EFE | LA PATRIA
El irlandés Sam Bennett (Deceuninck Quick Step) se ha adjudicado el primer esprint de la 75 edición de la Vuelta a España, al final de la cuarta etapa disputada entre Garray Numancia y Ejea de los Caballeros, de 194,7 kilómetros, que mantuvo al esloveno Primoz Roglic (Jumbo Visma) como líder.
Bennnett, de 30 años, maillot verde en el Tour de Francia, se apuntó el esprint en el último golpe de riñón ante el belga Jasper Philipsen (UAE) y el italiano Jakub Mareczko (CCC), con un tiempo de 3h.53.29 y una media de 49.9 kms/hora.
Los favoritos entraron en meta sin complicaciones, con Roglic vestido de rojo al frente de la general, en la que aventaja en 5 segundos al irlandés Dan Martin (UAE) y en 13 al ecuatoriano Richard Carapaz (Ineos).
Análisis previo a los Pirineos
La quinta etapa llevará al pelotón desde Huesca a Sabiñánigo, con un recorrido de 184,4 kilómetros.
Los principales candidatos al triunfo en la edición de diamantesde la Vuelta a España se han tomado un breve respiro, no exento de tensión, en la cuarta etapa antes de llegar a la provincia de Huesca en la que se adentrarán en los Pirineos.
Finalmente el viaje entre Numancia-Garray y Ejea de los Caballeros no ha tenido como amenizador de la fiesta al siempre temido cierzo por las carreteras de Aragón, a pesar de que durante algunos kilómetros tras superar la localidad de Borja a mitad del recorrido ha estado a punto de hacer saltar por los aires al pelotón.
El veterano Alejandro Valverde (Movistar), que ya sabe cómo se las gasta el viento, se ha mostrado irónico al analizar una etapa que ha finalizado con esprint masivo en la capital de las Cinco Villas. "Ha sido una etapa tranquila entre comillas", ha dicho el ciclista más laureado del pelotón nacional con 127 triunfos en su haber.
La estructura que dirige Eusebio Unzué es una perfecta conocedora del territorio por el que hoy rodaba el pelotón de la Vuelta, no en vano muchas de sus primeras victorias en sus 41 años de historia se gestaron en ellas. Se sabía, como la gran mayoría, que tras el angosto paso por la localidad de Borja se podía liar y ahí lo ha intentado.
El pelotón ha empezado a acelerar por la amplia carretera nacional, y con una velocidad por encima de los 70 kilómetros por hora, los telefónicos han intentando hacer estallar al pelotón y en el destrozo intentar coger desprevenido a alguno de los aspirantes a la 'roja' que no ha dejado de lucir el esloveno Primoz Roglic (Jumbo Visma) desde que se proclamó vencedor de la Vuelta 2019 el pasado 15 de noviembre.
El riesgo de los máximos favoritos de quedar como el Ecce Homo que fallidamente restauró, aunque quedará para la posteridad, Cecilia Giménez en el Santuario de la Misericordia de Borja era muy alto y nadie estaba dispuesto a verse en esa tesitura.
El trabajo en favor del líder de Movistar, el mallorquín Enric Mas, no ha surtido efecto. Ni Roglic, ni Richard Carapaz (Ineos Grenadiers) con Chris Froome al frente de las maniobras, ni Dan Martin (Israel), ni Hugh Carthy (Education First), ni Sepp Kuss (Jumbo Visma) se han visto sorprendidos.
Ha sido el primer día en cuatro etapas en el que no se ha producido ninguna variación entre los primeros clasificados en la general.
Había que guardar fuerzas, sin bajar la guardia porque en cualquier momento podía saltar la sorpresa en forma de incidente de cualquier tipo, a la espera de los dos próximos días.
La Vuelta no cruzará el domingo la frontera para enfrentarse a las ascensiones de los colosos e históricos puertos pirenaicos de Aubisque y Tourmalet. La pandemia del coronavirus está marcando a sangre y fuego este 2020 y las autoridades sanitarias francesas en prevención han optado por bajar la barrera fronteriza e impedir el paso al pelotón.
Así las cosas, los organizadores han optado por un plan B que llevará al pelotón hasta la cima de la estación invernal de Formigal.
Una jornada que comparada con la inicialmente prevista se presenta algo descafeinada, aunque el recuerdo de lo acontecido en 2016 todavía sigue vivo en todos los aficionados y también en algunos de los participantes como es el caso del keniano de origen británico Chris Froome.
Aquel 2016, entre Sabiñánigo y Formigal, Froome vio esfumarse la que debía ser su primera Vuelta, tiempo después le llegó por la vía de la descalificación de Juanjo Cobo el triunfo del año 2011, aunque en 2017 se resarció ganando la carrera española con autoridad.
El recuerdo está vivo y presente, por lo que aunque no tenga la dureza del trazado original previsto para esta edición todos saben que el peligro puede acechar en cualquier curva, sobre todo cuando se rueda por carreteras estrechas.
Previamente, este sábado el pelotón circulará por las carreteras prepirenáicas en una etapa de media montaña y en apariencia sin apenas peligro para los que sueñan con vestirse la 'roja', aunque nadie podrá relajarse si no quiere llevarse algún susto que ponga en peligro todo su trabajo en busca del último maillot rojo en el podio de Madrid.
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