Rompió la historia. La venezolana Yulimar Rojas, doble campeona mundial de triple salto, conquistó en Tokio su primer oro olímpico con récord del mundo: 15,67 metros. Mejoró en 17 centímetros la plusmarca mundial establecida por la ucraniana Inessa Kravets el 10 de agosto de 1995 en los Mundiales de Gotemburgo (Suecia).
Los Juegos de la pandemia. Serán recordados, también, porque fueron aplazados un año y desarrollaron en medio de una burbuja, ante la amenaza del covid-19. Además, sin público en las gradas. El presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Thomas Bach, dijo antes de empezar las justas que estuvieron a punto de caerse por los contagios.
La prueba reina. El sucesor de Bolt. 42 años después del título olímpico de 200 metros por Pietro Mennea en Moscú'80, otro velocista italiano, Lamont Jacobs, se proclamó campeón olímpico. Ahora en 100 metros, con una marca de 9,80, se convierte en sucesor del legendario Usain Bolt.
Oro para los dos. El catarí Mutaz Essa Barshim y el italiano Gianmarco Tamberi fueron los primeros atletas que no se colgaron las medallas en el salto de altura. Tanto Barshim, de 30 años, como Tamberi, de 29, finalizaron con saltos de 2,37 metros y no tuvieron intentos fallidos hasta que quisieron superar los 2,39. La organización los premio con el oro a ambos.
Cuatro Juegos, cuatro oros. El cubano Mijaín López logró en Tokio su cuarto oro olímpico consecutivo en lucha grecorromana. López se impuso en la final de los 130 kilos al georgiano Iakobi Kajaia a los puntos, por 5-0, tras dos asaltos. Ya lo había hecho en Río, Londres y Pekín.
La eliminación de Djokovic. El tenista alemán Alexander Zverev dio la sorpresa al derrotar en semifinales al número uno del mundo y favorito para ganar el oro olímpico, Novak Djokovic. El serbio, decepcionado, declinó su participación por la de bronce.
El mensaje de Simon Biles. La decisión de la gimnasta norteamericana Simone Biles, de retirarse de la competición en los Juegos, por no encontrarse bien mentalmente, supuso para los expertos un signo de inteligencia emocional y autoconocimiento. También un revulsivo para comprender la importancia de la salud mental y evidenciar que "antes que deportistas o profesionales, somos personas".
El múltiple medallista. El nadador estadounidense Caeleb Dressel empezó a reclamar el trono de la natación mundial, vacante desde la retirada del legendario Michael Phelps tras los Juegos de Río, al cerrar su participación en Tokio con cinco medallas de oro.
La participación rusa. No participó como país en Tokio. La Agencia Mundial Antidopaje (Wada) lo sancionó en el 2019 y no pudo intervenir en ninguna competición olímpica, debido a los constantes casos de dopaje de sus deportistas. Lo hace a nombre del Comité Olímpico Ruso.
La más olímpica. Allyson Felix entró en la historia con su bronce en 400 metros, con el que estableció un récord en femenina de 10 medallas olímpicas. La californiana, de 35 años, que disputa sus quintos Olímpicos, fue tercera en la final de 400 metros con un tiempo de 49 segundos y 20 centésimas.
Participación un transgénero. Las pesas vieron la primera participación de una atleta transgénero; la neozelandesa Laurel Hubbard, quien quedó eliminada en la categoría 78 kilos. Al final se mostró "agradecida" por la oportunidad y "por todo el amor y el aliento que me han dado".
Líos políticos. La atleta Krystsina Tsimanouskaya ingresó a la sede diplomática de Polonia, en Tokio, custodiada por policías, tras denunciar que las autoridades de su país intentaron sacarla de Japón sin su consentimiento por haber criticado al comité olímpico de Bielorrusia, dirigido por Viktor Lukashenko, hijo del dictador Alexandr Lukashenko.
No quiso competir. El yudoca argelino Fethi Nourine renunció a competir en los Juegos para no tener que enfrentarse a un oponente israelí. "Hemos trabajado duro para clasificarnos para los Juegos, pero la causa palestina es más grande que todo eso", dijo y no compitió.
Pierde la hegemonía de la rítmica. La israelí Linoy Ashram puso patas arriba el orden establecido en la gimnasia rítmica, deporte en el que Rusia había ganado todos los oros olímpicos desde Sídney 2000, y se proclamó campeona individual por delante de las dos indiscutibles favoritas, las gemelas Dina y Arina Averina. Además el conjunto de gimnasia rítmica de Bulgaria se impuso en la final de los Juegos de Tokio y confirmó el cambio de hegemonía en este deporte, en el que Rusia había ganado todos los títulos desde Sídney 2000. Irina Víner-Usmánova, la entrenadora de las gimnastas rítmicas rusas, arremetió contra el arbitraje, el que calificó como "una flagrante injusticia".
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