Los dos son de Manizales. Tienen el mismo nombre: Mauricio Salazar. Uno es agrónomo, el otro ingeniero electricista. Ambos, apasionados por los carros y los rallies. Son un orgullo para el país. Su meta: El Dakar y la sede de la Fundación Alejandra Vélez Mejía.
Los unió la misma causa: la carrera por etapas más extrema del mundo del automovilismo, en la que han superado fallas técnicas, mecánicas y humanas. Una experiencia de vida que los ha hecho mejores seres humanos, aseguraron.
Los Salazar son los artífices de que por primera vez en la historia un carro matriculado en Colombia terminara un Dakar. "Ver el carro, con placas de Manizales en el podio, es lo más grande para nosotros. Representamos a Colombia, pero en esta carrera todos somos Manizales", dice emocionado Mauricio Salazar Sierra (ingeniero electricista y navegante o copiloto), de 51 años, quien fue campeón nacional de rallies en los 90 y campeón de vida, tras superar el cáncer en dos ocasiones (una a los 35 y otra a los 40).
Por su parte, Mauricio Salazar Velásquez, agrónomo y piloto, de 41 años, comenzó corriendo en el carro de sus padres. Él empezó a competir cuando Sierra ya era campeón. "Lo veía como el duro de Colombia. En ese entonces eran mis primeras carreras y los últimos rallies de él. Un amigo en común nos conectó. Armamos nuestro proyecto con todas las de la ley. Ahora corremos para construir la sede de la Fundación Alejandra Vélez Mejía, que actualmente atiende a 300 niños con cáncer, de escasos recursos económicos", dijo Salazar Velásquez.
Con su hazaña ya tienen el terreno para la sede, mientras continúan corriendo para verla construida.
Equipo
La historia de equipo MS2 Racing Colombia empezó en mayo del 2015. Salazar Sierra quería correr en Colombia, pero cuando apareció Salazar Velásquez, cambió de planes. Ellos se complementan, la fortaleza del primero es navegar, y la del segundo conducir. Salazar Sierra es de temperamento explosivo y el de Salazar Velásquez, sereno. Dicen no haber tenido problemas entre ellos.
Al año siguiente la dupla corrió su primer Dakar motivada por la consecución de recursos para la sede de la Fundación Alejandra Vélez.
Con ayuda de patrocinadores corrieron ese año. "Cumplimos el objetivo, fue toda una hazaña, eramos novatos y la probabilidad de terminar la carrera era mínima. Las estadísticas así lo demuestran. Es la carrera más extrema del automovilismo", comentó el copiloto.
La Fundación Alejandra Vélez empezó a visibilizarse en el país y en el exterior. Consiguieron unos recursos con los que compraron un lote para la sede, detrás de la Corporación Rafael Pombo. "Del dinero que recogemos, una parte es para la Fundación. También se vincularon a este proyecto nuestras familias, amigos y las empresas para las que trabajamos. Es un proyecto muy bonito", dicen.
Otras carreras
El año pasado tenían planeado correr la competencia de Baja Inca, en Perú, y el Rally de la Seda, que sale de Moscú (Rusia) y finaliza en China.
En Baja Inca tuvieron un accidente que los dejó por fuera de las dos carreras. Salazar Sierra se fracturó dos vertebras y estuvo incapacitado 60 días.
Este año corrimos el Dakar 2018. "El objetivo era terminar la primera fase de la sede este año y lo vamos a cumplir". En este rally, que se consideró como el más duro de la historia e los Dakar en Suramérica, llegaron hasta la penúltima etapa.
"Íbamos de segundos en la categoría, y en el puesto 40 de la general. La mejor posición en la historia de un carro colombiano, pero nos volcamos después de tres días sin dormir". Los pilotos visibilizaron sus proyectos, deportivo y social, y desde ya se preparan para el Dakar 2019, que se tiene planeado pasar por Chile, Perú y Ecuador.
Fortalezas
Salazar Velásquez, quien había participado en competencias de Cross Country en el 2010, ganó como premio asistir a la salida del Dakar 2013. Eso lo motivó a planear su participación en el Dakar 2015.
Viajó a Marruecos a probar un carro. Allá conoció gente del medio que le hizo ofertas para el 2015. Se decidió por ser la fórmula de un piloto francés. "Vendí mi carro, tomé unos ahorros y conseguí dos patrocinadores. Fue una locura. Lo que sucedió allá fue muy complejo, empezando por la convivencia con el francés. En esta ocasión participé como navegante. Fue un gran aprendizaje.", dijo.
El equipo MS2 se prepara desde hace dos años con gente que conoce muy bien el desierto. "Este tipo de carreras son de paciencia", dicen. Durante 15 días y noches, los competidores luchan para llegar a la meta. Tres horas de sueño en promedio cada día. Es llegar al límite de lo que son capaces. Afirman que es una experiencia que les permite conocerse a sí mismos. Aguantar más de 50 grados de temperatura, dormir y comer mal, compartir duchas y sanitarios con muchas personas, estar sucios todo el día, muchas veces oliendo mal y superar obstáculos sin más ayuda que sus fuerzas, son pruebas exigentes y fuertes.
Después de superar las condiciones extremas del desierto y ver que otros equipos se retiran en la primera etapa, siguen preparándose para superarse a sí mismos y continuar juntos con la convicción que llegarán a la meta.
Con frecuencia les preguntan que si son padre e hijo, y ya responden que sí para no dar tantas explicaciones.
Durante las carreras sus familias también sufren, pensando en los riesgos. "Sus oraciones, las de los niños de la Fundación, y los ángeles que nos acompañan son quienes nos mantienen en el camino".
Un día Dakar
Empieza a las 4:00 a.m. Se bañan (casi siempre). Salen primero motos y cuatrimotos. Mientras tanto los Mauricio desayunan y revisan el carro. Media hora antes de arrancar rezan. Durante la trayectoria se hidratan cada media hora, y están comiendo pasta, galletas, atún o barras de cereal. Durante las 15 o 17 horas de recorrido se detienen varias veces para ir al baño. En una carrera pueden perder hasta ocho kilos.
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