Filiberto Rojas Ferro
COLPRENSA | LA PATRIA
Nacieron en Apartadó en 1984, tuvieron que ir a Medellín para crecer como deportistas, practican salto triple, los caracterizan sus sonrisas y estarán en los Juegos Olímpicos de Rio de Janeiro. John Freddy Murillo y Caterine Ibargüen comparten muchas experiencias de sus vidas, pero John Freddy sabe que Caterine aprovechó mejor las oportunidades.
La diferencia, John Freddy la ve en la formación, porque Caterine se inició en infantil y él en menores. Además, la bicampeona mundial siempre se especializó en los saltos, mientras que John Freddy se gastó cinco años entrenando lanzamiento de jabalina, hasta que pensó: “Nunca subí del octavo lugar en Colombia, me di cuenta de que no era lo mío y me pasé al salto triple”.
Ya acumula diez años entrenando salto triple, en los Juegos Bolivarianos de Perú en 2013 fue medalla de oro y es el actual Campeón Nacional, título que logró en Cali, durante los pasados Juegos Nacionales 2015. Llegó a Rio como 14 del mundo y con la idea de “dar lo mejor, para seguir mejorando mi marca y hacer las cosas bien”, y lo logró, mejoró, hizo récord nacional, terminó quinto y se ganó el diploma olímpico.
El sentimiento cuando logró la marca, para John Freddy fue de satisfacción porque se demostró a sí mismo que podía, que a pesar de que lo dejaron fuera del Mundial el año pasado por su rendimiento en los Juegos Panamericanos de Toronto, nunca desfalleció: “Yo seguí como si no hubiera pasado nada y ahora veo los resultados, Dios me dio la oportunidad de estar en unos Juegos Olímpicos y tenía que aprovecharla al máximo, hacer una buena actuación, porque siempre trabajé por estar aquí”.
Desde que inició en Apartadó y contó con el respaldo de sus padres, José Wilfrido y María Nelly, soñó con los Juegos Olímpicos y a Rio-2016 llegó con la motivación de su hija Sol Ángela, de 8 años de edad, y sabiendo que cuando regrese a Colombia se va a casar con Sandra Marcela.
Aunque reconoce que cuando se inició en el deporte fue porque le rogaron bastante, estos quince años dedicados al atletismo “han valido la pena, gracias a Dios, quien es el que me tiene en el deporte y voy a estar hasta que Dios quiera. Es una felicidad enorme para mí, por eso di el 100 %”.
Su objetivo era estar en la final, entre los doce mejores, y lo logró, pero una vez instalado allí, fue por más y este martes se metió hasta la final de ocho, en la que con nuevo récord nacional de 17 metros y 09 centímetros, se ubicó en el quinto lugar, según él, gracias al trabajo con su entrenador, el cubano Loisan Acosta.
“Quería superar la barrera de los 17 metros y estoy muy contento por eso, y por el diploma olímpico, que no me esperaba; por eso ahora quiero seguir entrenando para estar más cerca de una medalla mundial u olímpica”, reconoció Murillo, quien también destacó que “la mejor motivación es tener a la campeona olímpica de mi modalidad, a Caterine Ibargüen, por eso hay que entregarlo todo en cada competencia, y seguir trabajando para cumplir los sueños”.
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