José Miguel Rodas *
LA PATRIA | Manizales
Un aniversario más de aquella eterna noche del 1 de julio del 2004. La noche que el Once Caldas inscribió su nombre entre los grandes de América. 16 años de aquella titánica gesta deportiva, una fecha inolvidable para aquellos que llevamos tatuada la camiseta blanca y su escudo tricolor en el alma.
Campeones de la humildad tituló un diario nacional aquella noche de Copa. Personas inolvidables participaron de esta conquista; para este humilde servidor todos contribuimos con alma, corazón y vida como dice el viejo bolero.
Un dirigente visionario como Jairo Quintero Trujillo, lleno de sabiduría, tan escasa en estos tiempos, lideró una Junta Directiva monolítica. Juntos fueron indestructibles. Todos los miembros participaban activamente con pasión y entrega por tomar las mejores decisiones por el bien del Club. Si bien don Jairo era el presidente, su apertura mental le permitía darle cabida a ideas nuevas y planteamientos distintos que esgrimían Jorge Eduardo Botero, Jorge Iván Jiménez, Juan Bernardo Botero, Jesús Bernardo Gallego y José Manuel López. Ellos, los dirigentes, tenían un máximo respeto por los jugadores y cuerpo técnico. Era común verlos compartiendo con los jugadores desde una cena, hasta un puesto en un bus o un avión.
Un cuerpo técnico liberado de arrogancias, dándole espacio a los jugadores para exponer sus ideas, conceptos. Se hablaba con naturalidad y profundo respeto. Nunca hubo manoseo, el que jugaba sabía que tenía que darlo todo porque su compañero suplente lo respaldaba a muerte, pero el cuerpo técnico lo evaluaba partido a partido.
Los jugadores siempre dispuestos; viajes agotadores, concentraciones interminables, incomodidades en la sede que les hacían sentir más pertenencia que reproches. Un respeto sagrado por el Club y el hincha. Dolencias que se acrecentaban con el paso de los partidos, cada vez más difíciles; alejamiento de la familia por semanas enteras y el estrés competitivo que nunca afectaron la sana convivencia de un plantel que era una verdadera familia, llena de personajes disímiles que solo los ponía de acuerdo el amor y el privilegio de representar el Once Caldas.
La buena prensa que siempre buscó apoyar, sin tapar nada, pero sin hurgar en las situaciones íntimas. Pocas veces hemos podido estar sin la polarización de los a favor de o los en contra de.
El Once Caldas nos unía como institución, todos pensamos en hacerla grande, nunca nadie creyó estar por encima de los postulados del Club, este estaba sobre todos los nombres. Nadie buscaba la gloria personal ni ser el héroe solitario, él éxito fue de todos.
La afición, cuando se le tiene presente y se le brinda respeto dentro y fuera de la cancha, siempre responderá. La hinchada más noble del mundo es la nuestra, pero la hemos ido dejando de mimar, de consentir y de valorar poco a poco.
Homenaje póstumo al ingeniero Juan Bernardo Botero Botero, un veterano dirigente de carrera, siempre tras bambalinas poniendo su experiencia y sabiduría sin esperar homenajes o reconocimientos.
Maestro de todos los dirigentes, siempre su tono democrático, conciliador, analítico, un personaje que pasó desapercibido porque así siempre lo quiso, pero de una importancia relevante a la hora de tomar decisiones trascendentales que nos llevaron a la conquista de América.
* Kinesiólogo y utilero del equipo en esa época.
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