
Osvaldo Hernández
LA PATRIA | Manizales
Cuando Giovanni Hernández leyó la valla que decía "bienvenidos a Manizales" y vio la ciudad al fondo, le dio de todo. Susto, nervios, ansiedad y hasta ganas de ir al baño. Era un niño en 1994, tenía 17 años y llegaba al Once Caldas a préstamo con opción de compra por 1 millón de dólares. Por eso fue que LA PATRIA tituló "El niño del millón de dólares".
Giovanni nació un sector popular de Cali: el barrio Yira Castro, del Distrito de Aguablanca. Arribó de la mano de Gustavo Moreno Arango, dirigente del Boca Juniors, de Cali, que con el paso del tiempo se convirtió en su tutor, o padre, como él dice.
Gio, que también jugaba con la Selección Valle, en medio de risas y bromas, cuenta que cuando arribó al Once solo era orejas y cabello.
Recuerda que estando en Cali don Gustavo le habló del Once Caldas y la idea de ir a periodo de prueba. Y lo aceptó con la venia de su madre, doña Carmen Lilia, porque quería jugar fútbol profesional y el equipo de Manizales tenía todas las características para hacerlo.
Dejó atrás a su mamá, pero también a sus hermanos Andrés y Milena, y todo el mundo en el que nació.

Cuando entró a la ciudad y vio la Plaza de Toros, pensó que era el estadio; don Gustavo le explicó que era algo diferente.
Se internaron en la ciudad y se detuvieron en el barrio Estrella, en la sede administrativa del Club, donde lo esperaban Víctor Eduardo Pérez y Jairo Quintero Trujillo, los máximos directivos del equipo. Giovanni se asustó más. Al frente tenía personas que escuchaba por radio y eran muy importantes en el medio futbolero en esa época. Pero no olvida con la amabilidad que lo recibieron y el cuestionario que le tenían. Recuerda que le preguntaron de todo mientras esperaban el arribo de los técnicos del equipo Carlos Piscis Restrepo y Orlando Restrepo. Empezaron en la presidencia y terminaron en la gerencia deportiva Jorge Alberto Mejía.
Afuera lo esperaron antes, durante y después periodistas y fotógrafos de los medios de la ciudad.
Firmó contrato con la opción de compra por el millón de dólares y el salario mensual de 200 mil pesos para Gio.
Lo ubicaron en el hotel Escorial, donde el Club hospedaba a los deportistas que llegaban de otras regiones, mientras las conseguían residencia. Allí conoció a Carlos Arturo Zúñiga, jugador del equipo, que le contó cómo era el equipo.
Al otro día, antes de ir al primer entrenamiento, cogió LA PATRIA en el lobby del hotel y vio el titular sobre su llegada. Por eso no lo olvida y a donde llega le piden que cuenta la historia del "Niño del millón de dólares".
El equipo se demoró para verle su fútbol. Las pretemporadas antes eran diferentes. Primero se hacía físico, luego fuerza y finalmente fútbol. Físicamente, por joven, liviano y ganas, era el primero en los registros que llevaba Juan Carlos Arrubla.
A la primera práctica en el Bosque Popular se presentó con unos guayos Tony 2 y un peto con la marca de restaurante La Herencia. Nunca lo olvida. Hicieron la oración tradicional y lo presentaron. Los compañeros lo miraban raro por lo pequeño, flaco y desgarbado.
Giovanni ha sido alegre y carismático, además, con buen sentido del humor, eso le permitió entrar ligero al grupo.
Tampoco olvidará su primera práctica de fútbol. Él era el jugador 25 en la lista, es decir el último a la hora de armar los grupos de trabajo. Por eso, cuando conformaban los equipos, titular y suplente, debía ir a la tribuna y esperar el turno, si se lo daban.
Faltaban 20 minutos para el final del entrenamiento y Piscis lo llamó. "¡Pelao!...póngase este peto". Giovanni entró al campo y en la primera pelota que cogió al borde del área, hacia el tiro de esquina, desbarató y lesionó con su habilidad a Jairo "Banano" Murillo: "Recibí la pelota y la bajé sin dejarla rebotar, Banano le llegó y le hice doblar una de las rodillas".
Giovanni paró la jugada porque su compañero se quejaba y mucho. Pasaron lo segundos, el Banano se fue recuperando, llamó a Piscis y le dijo..."este no vale 1 millón, vale 5 millones, ponelo". Esa fue su entrada triunfal al Once Caldas.
Desde ese instante se ganó un espacio y ya todos querían que el "pelao" jugara, que les arreglaba el partido.
Debutó en El Campín de Bogotá, ante Millonarios. Su corazón latía a mil por minuto cuando lo mandaron a calentar. Lo entraron faltando 10 minutos y en la primera jugada Alan Valderrama, un samario grandote, casi lo saca del estadio. Ahí aparecieron los líderes del equipo, Banano Murillo, Martín Zapata y los demás para defenderlo.
Vivió en Manizales en Palermo, con la familia de un amigo que le dicen el Pana, que lo ayudó como si fuera su hijo.
Su debut como local lo hizo en Riosucio, en un partido ante el Cúcuta Deportivo. Ese día hizo su primer gol de tiro penal. En el Palogrande participó en el partido inaugural ante el Cruzeiro, de Brasil, juego que se perdió 2-5.
Su carrera en Manizales, con el Once Caldas, apenas duró 10 meses. El Blanco no pudo hacer uso de la opción de compra, no tenía esa cantidad de dinero y los dos equipos del Valle, América y Cali, se trenzaron en una disputa por sus servicios.
Finalmente Gio se vistió de rojo e inició su carrera que lo llevó por Medellín, Deportivo Cali, Junior, Independiente Medellín, Universidad Autónoma, en el país, Colo Colo de Chile y Colón de Argentina.
Mientras estuvo en el sur hizo la preparación académica como técnico y cuando llegó el retiro asumió la dirección de Uniautónoma, Real Cartagena, Atlético Junior y Atlético de Cali, donde está hoy.
Hoy, con 43 años, casado y separado, con Giovanni y Natali, sus hijos, Gio no olvida su paso por el Once Caldas.

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