Osvaldo Hernández
LA PATRIA | Manizales
Hablar de Sergio Alejandro Galván Rey es referenciar a un símbolo del Once Caldas y del fútbol colombiano. Con apenas 1,69 metros de estatura y 65 kilos de peso, el goleador tucumano es el máximo artillero, tanto del Blanco con 171 goles y de la Liga con 224, pero en su carrera profesional, en 600 partidos, hizo 300 goles. No es cualquier pintado en la pared.
Sin embargo, llegar allí le costó y mucho; demasiado. Sergio dice que nunca olvidará la incredulidad de sus compañeros del Once Caldas el primer día que se integró a grupo. Ese viernes 26 de enero de 1996 arribó por la mañana y entrenó después de viajar día y medio porque venía de Tucumán (Argentino), donde jugaba con Concepción F.C..
"Llegué con don Alfonso el Petiso Núñez, me dijeron que si quería entrenar y les dije que sí. Tenía 22 años, estaba muy joven, pero quería salir adelante. No olvido la cara de algunos de mis compañeros, no creían, me imagino que era por mi estatura. Y también algunos hinchas y periodistas que fueron a ver el entrenamiento.
Entré al campo y me dieron el peto para jugar con los suplentes e hice gol; después, para el complemento, me pasaron para el equipo titular y también marqué. Hubo mucha gente alrededor de la cancha. Al domingo siguiente había partido y me concentraron. Pero ese día que llegué uno de los técnicos le preguntó despectivamente al Petiso Núñez que si ese era el delantero que había traído y le contestó que le habían pedido un jugador de fútbol y no un basquetbolista.
La verdad, eso que pasó ese día no me incomodó, al contrario, lo tomé como un desafío para salir adelante, como un reto.
Incluso, una vez tuve que ir al centro a hacer una diligencia y un aficionado le dijo a otro... ese es Galván Rey y el otro le contestó, pero es muy pequeñito, parece un muñequito".
Galván Rey empezó así su exitosa carrera. El colombo-argentino Se fue del Once Caldas a mitad de la Copa Libertadores de América del 2004, la que ganó el equipo, al Metro Stars de Nueva York. Después pasó por el Atlético Nacional, América de Cali e Independiente Santa Fe.
Hoy, retirado, vive en Bogotá con su familia, su esposa Marcela y sus hijos Camila y Jerónimo.
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