Osvaldo Hernández
LA PATRIA | Manizales
Ocurrió en la sala preferencial de Avianca en Eldorado de Bogotá. Juan Carlos Henao, considerado como uno de los jugadores más grandes del Once Caldas en toda su historia, se sentó en un rincón el salón. Se quería tomar un café con José Miguel Rodas, su amigo, kinesiólogo del equipo. Venían de Barranquilla de un partido con el Atlético Junior y esperaban conexión con Manizales.
Juan fue determinante en la obtención de la Copa Libertadores del 2004, la que le ganaron en la final a Boca Juniors. La figuración partido a partido fue adornada con la brillante intervención en la definición desde el punto penal con los xeneixes.
Los dos, Henao y Rodas, estaban sentados y hablaban al ritmo del café cuando entró una pareja de esposos que también esperaba conexión.
Ambos, hoy ex Once Caldas, cuentan que el señor vio a Henao y se emocionó. Tanto que dijo en voz alta..."¡Qué alegría!...¡Qué orgullo!...¡es un honor tener a esta gloria del deporte colombiano aquí".
Seguidamente se desarrolló un diálogo entre la pareja mientras Juan Henao, tímido y callado, a pesar de su experiencia, bajaba la cabeza con más humildad que arrogancia.
- El señor: "Mija, usted sabe quién es él".
- La señora: "No, quién es".
- El señor: "Cómo no vas a saber quién este prócer del deporte colombiano".
- La señora: "No sé quién es, cómo se llama".
- El señor: "Por eso le he dicho que vea los deportes conmigo, cómo no lo conoce".
- El señor: "Él es Rigoberto Urán..."
Cuando Henao y Rodas escucharon lo que dijo el señor, se miraron, agacharon la cabeza y le sostuvieron la idea para no hacer quedar mal al caballero. Pero no podían ocultar la sorpresa y la risa por lo que estaba sucediendo.
El hecho terminó con la firma del autógrafo. Henao firmó, no como Juan Carlos Henao y tampoco como Rigoberto Urán. Se inventó un autógrafo para no dañar el momento del emocionado hincha.
Ida la pareja de esposos, Henao no podía creer que el señor se hubiese echado ese discurso de experto en deporte, para confundirlo con Rigoberto Urán. Por eso optaron por mantener el silencio y no hacer quedar mal al señor que se convencido de que en la sala VIP de Avianca, en Eldorado, se había encontrado con el ciclista y no con el futbolista.
Hoy, ambos, Henao y Rodas se dedican a sus quehaceres particulares, pero siguen participando en actividades del fútbol, bien sea a beneficio, como homenaje o simplemente por recreación.
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