Efe | LA PATRIA | SÍDNEY
El tenista serbio Novak Djokovic abandonó ayer Australia en un vuelo con destino a Dubái, después de que un tribunal autorizó cancelar su visado y su deportación.
El vuelo, operado por la aerolínea Emirates, partió desde el aeropuerto Tullamarine de Melbourne. El deportista llegó a la terminal con ropa oscura y mascarilla facial, acompañado por su equipo técnico y se llevó un pequeño aplauso y vitoreo de algunos viajeros. Allí fue escoltado por policías australianos mientras esperaba el embarque.
Metas frustradas
El tenista, que no está vacunado contra la covid-19 y por ello vulnera las leyes de entrada implementadas por Australia contra la pandemia, no podrá defender su corona en el Abierto de Australia, que comienza hoy.
El pleno del Tribunal Federal de Australia decidió de manera unánime ayer, tras una reunión virtual, que la cancelación del visado del tenista por el ministro de Inmigración, Alex Hawke, tiene base legal, y por tanto Djokovic debía ser deportado.
Djokovic, que quería conquistar su décimo título en el Abierto de Australia y convertirse en el tenista más galardonado del mundo con 21 Grand Slams, corre el riesgo además de que se le prohíba la entrada al país durante tres años.
Tras conocer el fallo, el número uno del mundo dijo estar profundamente decepcionado por la cancelación de su visa y pidió un tiempo para descansar y recuperarse antes de hacer nuevos comentarios, aunque afirmó respetar la decisión de la justicia australiana. Tenía previsto debutar hoy en la pista central Rod Laver Arena, escenario que le ha visto ganar el torneo en nueve ocasiones.
Proceso judicial
Djokovic había viajado el 5 de enero a Melbourne, con una excusa médica por no estar vacunado y haber superado la covid-19 en diciembre, aunque a su llegada las autoridades de Inmigración le cancelaron la visa y lo detuvieron hasta su liberación el pasado lunes por una orden judicial al considerar que no fue tratado con equidad.
El ministro australiano volvió a anularle el viernes el permiso de entrada, al considerar que su presencia suponía un riesgo para el orden y podría avivar el sentimiento de los antivacunas.
El deportista fue detenido el sábado en un hotel, por segunda vez previo a la reunión celebrada ayer donde los jueces desestimaron la apelación de Djokovic contra la decisión gubernamental.
El primer ministro australiano, Scott Morrison, celebró la decisión judicial y afirmó que esto se adoptó por motivos de salud, seguridad y mantenimiento del orden, sobre la base de que era de interés público.
Morrison, que afronta este año elecciones, reconoció el sacrificio de los australianos en esta pandemia y que se hizo eco de la opinión pública del país, donde un 70% se oponía a que Djokovic se quedara.
Ícono de los antivacunas
Precisamente, el argumento del abogado del gobierno australiano fue que Djokovic, a quien calificó de ícono de los antivacunas, tiene una historia reciente de haber ignorado las medidas impuestas por la covid-19.
"Incluso cuando estaba infectado fue a una entrevista y sesión fotográfica que incluyó quitarse la mascarilla", dijo Stephen Lloyd, al referirse a la admisión de Djokovic que acudió a una entrevista con el medio francés L'Equipe en Belgrado el 18 de diciembre, sabiendo que tenía covid-19.
El abogado insistió en que Djokovic podría alentar a la gente a emularlo en la violación de las medidas contra el virus.
“Sus conexiones con la causa, lo quiera o no, aún están presentes y su presencia en Australia supone un riesgo abrumador", precisó el representante del Gobierno.
El presidente de Serbia, Aleksandar Vucic, dijo ayer tras la decisión judicial que Djokovic ha sido maltratado en una "caza de brujas" que se pareció a un espectáculo de estilo orwelliano.
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