Luis Miguel Pascual
EFE | LA PATRIA | París
La gesta de los "bleus" cobró ayer esplendor popular en París, un día después de haberse hecho real en Moscú.
Los campeones del mundo comprobaron el fervor que provocó en Francia su logro en el Mundial, aplaudido por miles de personas en los Campos Elíseos camino del palacio presidencial.
Los Griezmann, Mbappé y compañía recibieron el mismo baño de masas, en el mismo escenario que se llevaron en 1998 la tropa de Zidane y Desailly.
El nexo entre ambos equipos triunfantes fue Didier Deschamps, capitán entonces, seleccionador ahora, convertido en ícono de la nación.
El paseo en autobús descapotable lo hicieron los "bleus" alejados de los hinchas, separados por un despliegue policial, contraste con sus predecesores, que navegaron entre miles de personas que pudieron tocarlos con sus manos.
Fue por ello un desfile deslucido, algo frío ante miles de personas que aguardaron horas y horas, sin importar el retraso acumulado porque la fiesta nocturna en Rusia se alargó.
Pero por eso no dejó de ser importante para los "bleus", que perdían su vista desde lo alto del autobús y no dejaban de ver miles de caras felices, de banderas tricolores al viento, de escuchar voces que aclamaban sus nombres, que ensalzaban su logro.
Las bengalas rojas, azules, blancas tiñeron de colorido el recorrido, igual que la patrulla de Francia, la formación de aviones de acrobacia del Ejército galo que dibujaron en los cielos la bandera francesa.
Fue un desfile más rápido de lo previsto, lo que dejó con las ganas de más a la gente, que tuvo que conformarse con una imagen lejana de los jugadores.
En Croacia no se quedaron atrás
La selección croata viajó ayer cinco horas a bordo de un autobús abierto desde el aeropuerto de Zagreb hasta el centro de la ciudad, acompañada por miles de aficionados que los saludaron como héroes.
Según datos de la policía, 500 mil personas salieron a las calles de Zagreb, una ciudad de 800 mil habitantes, para dar su bienvenida al equipo liderado por el madridista Luka Modric.
La multitud inundó las calles de tal forma que el autobús con los jugadores a bordo tuvo que circular con máxima lentitud y durante horas, lo que no cansó a los futbolistas que sin cesar saludaron con fervor y entusiasmo a los hinchas.
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