El pintor Ramiro Ramírez está en un periodo de cambio, de evolución, en una búsqueda de nuevos lenguajes que lo regresen a sus inicios. Maestro.
Vicky Salazar
LA PATRIA | MANIZALES
En su contextura mediana se concentra la fuerza creativa, el talento artístico y la sensibilidad de un alma que se conmueve, fácilmente, con la belleza del ser humano, la naturaleza y el arte.
La mediana contextura de Ramiro Ramírez es superada por el formato de sus obras; su aparente timidez se difumina tras las historias que narra con el pincel, y su modestia y discreción se pierden tras la fuerza de sus pinturas.
Su vida es pintar, lo hace desde niño, aseguró. Él mantiene un diálogo permanente con el lienzo, una conversación que va in crescendo, que le dicta el camino a seguir, que le marca la próxima pincelada.
Su obra ha traspasado fronteras. Su estilo realista es reconocido y admirado por muchos. Sus cuerpos desnudos, sus monjes y sus toreros no son solo formas en un lienzo, ellos transmiten emociones, son parte de un relato, de un cuento que se va descubriendo, que se advierte a medida que se observa. El fondo en la obra de Ramiro Ramírez no es el soporte de la figura principal, es el complemento, el uno sin el otro no funciona.
Herencia
Ramiro Ramírez nació en Chinchiná. De su papá, Arturo Ramírez, escultor, tallador y pintor autodidacta heredó el talento, la disciplina y el respeto por el oficio. Al hablar de él aflora la nostalgia por el pasado y el orgullo de hijo, que agradece su niñez "feliz y bonita".
Combinó su gusto por las artes plásticas con el arte taurino. "Fui torero, pero me faltó corazón para continuar", afirma mientras enseña el tamaño de la cicatriz que le dejó una cornada en su hombro.
Hace retratos, "y me quedan buenos", dice. También está dedicado a la fotografía, en especial a la de aves que se encuentran en el entorno de la ciudad. Todos los domingos sale en compañía de un grupo de amigos a cazar imágenes de especies que habitan la región o están en migración.
Los pájaros le han dado un nuevo aire a su obra. Con ellos está trabajando fragmentos del cuerpo, formas que emergen de fondos texturizados, provocaciones para emprender un nuevo vuelo.
Hoy su obra se encuentra repartida por el mundo, su más reciente exposición fue en la feria internacional Art Revolution Taipéi (China) que se realizó del 3 al 6 de mayo, en ella participaron 100 artistas invitados de 40 países y donde él fue el único colombiano.
- ¿Cómo llega una obra suya a China?
Por intermedio de una galería de arte contemporáneo de Nueva York. Los curadores vieron mi obra en la Galería Moss de Los Ángeles y me invitaron a participar en esta feria internacional en la que se reunieron mil 800 obras.
- ¿Vive del arte?
Sí, he tenido esa fortuna. Vivir de esto es difícil, pero la obra mía ha gustado y he podido exponer en muchas ferias internacionales, lo que me ha permitido darme a conocer. Muchos venden barato porque ahí está su sustento. Hay que lograr estabilizar la obra en un precio, darle categoría y creer en uno.
- ¿Dónde ha expuesto?
Además de las salas de distintas ciudades del país, en Estados Unidos, España, República Dominicana, China, y ahora mi representante en la feria llevará la obra por diferentes ciudades de Europa.
- ¿Su arte siempre ha sido realista?
El primer cuadro que vendí fue hecho en tempera. Comencé pintando abstractos, y como hacía retratos por encargo, me fui quedando en el realismo. Ahora estoy haciendo pruebas y ensayando para volver a lo abstracto sin perder mi identidad.
- ¿Este es un cambio interno?
Quiero decir cosas que los demás no han dicho. Quiero evolucionar. A medida que uno va pintando y va reconociendo cosas va buscando otro lenguaje a partir de lo que uno sabe.
- ¿Cuándo dice: este cuadro está listo?
La obra le habla a uno, o sino la señora le dice que ese cuadro está acabado.
- ¿Cuál fue su escuela?
Copié muchísimo. Cuando empecé a pintar compraba las revistas de Salvat y copiaba toda la revista desde la portada hasta la última hoja.
- ¿Cómo es un día de trabajo?
Pinto todos los días del año sin descanso. Tengo muy poca vida social. Ahora salgo los domingos a buscar aves.
- ¿Qué le gustaría pintar que no haya hecho?
Soy de Chinchiná y tengo una deuda con los cafeteros. Quiero hacer un trabajo alrededor de las tradiciones, de la cotidianidad de los cogedores de café.
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