Pedro Felipe Hoyos Körbel


¿Qué hace falta para escribir un libro como "Familia y Cultura en Colombia" de la etnóloga Virginia Gutiérrez? Libro, que a pesar de un torpe olvido de la generación reciente, es uno, sin lugar a dudas, de los cinco más importantes escritos en y sobre Colombia a lo largo del siglo XX.
Creo que una de las características más prominentes de esta obra es que haya sido escrito por una mujer. No quiero decir con eso que los temas van con el género, solamente me imagino el trabajo de campo hecho hace 70 años, el cual, a pesar de todo el rigor científico, le debía salir mejor a una mujer pensando en las informantes. Me imagino que la motivación y espontaneidad se lograría más fácil entre dos mujeres que entre un investigador venido de la capital y una campesina chocoana, por ejemplo. Otra característica es que surge de una integrante (fueron dos mujeres entre quince varones) del primer grupo de etnólogos que se formaron en el país por medio del Instituto Etnológico Nacional, bajo el amparo, entre otros, del etnólogo francés Paul Rivet. El país no había tenido la estructura científica para realizar ese tipo de análisis; lo que más se podría parecer en esa época a una "ciencia social" sería la historia, otra rama del saber que no había alcanzado el calificativo de ciencia, ya que fue y es terreno de empíricos siempre muy ajustados a determinar con escrupulosidad la fecha, el lugar y el protagonista de una historia pseudo-política. Para un etnólogo los temas y los enfoques son muy diferentes a la mirada de un historiador. Cierta tenacidad también forma parte de esta sobresaliente obra. En esos tiempos era corriente que los etnólogos y etnólogas se dedicasen al estudio de los núcleos indígenas sobrevivientes y ella decidió, inclusive desafiando las ideas del eminente Paul Rivet, tomar una ruta muy diferente y analizar un tema muy "colombiano": la familia y su cultura.
La etnóloga Virginia Gutiérrez nació en El Socorro en 1922, se formó en la Escuela Normal Superior y en el Instituto Etnológico Nacional en Bogotá, allí obtuvo su grado de etnóloga en el año de 1944. Complementó su formación académica en las áreas de antropología y geografía en la Universidad de Berkeley (Estados Unidos) entre los años 1953 y 1954. En 1962 la Universidad Pedagógica le otorgó un doctorado en Ciencias Sociales y Económicas. Su muerte acontece fines del año 1999.
Son dos temas generales en que se divide su obra: la familia y su ámbito cultural, y el de la medicina tradicional y su impacto en la sociedad. Acerca de la familia tiene en su haber ocho libros de los cuales resalta la publicación hecha en 1968 de "Familia y Cultura en Colombia". Causa admiración, y por qué no decirlo confianza, el conocimiento que de nuestra historia demuestra Virginia Gutiérrez a lo largo de su obra. Las grandes épocas de la historia colombiana como la Conquista, la Colonia o el siglo XIX las conoce a profundidad, dándole una estructura sólida en lo cronológico a sus planteamientos. Todos los autores del siglo XIX colombiano son citados con inteligencia y acierto haciendo recordar la frase de Luis Eduardo Nieto Arteta que decía que sus maestros de historia habían sido, entre otros, autores como Antonio Nariño, Aníbal Galindo y José María Samper y de los cuales se creía continuador. Para ella, la etnología va de la mano de la historia y es tan válido el argumento histórico como el etnográfico, porque obran en el mismo sentido: entender el fenómeno, en este caso, nuestro país.
Mucho se habla de que Colombia es un país de regiones, y durante el siglo XIX este era uno de los argumentos para sostener un régimen gubernativo federal. Y como cada región tiene un clima muy diferente al de la vecina, se desprenden unas agriculturas y economías diferentes. La topografía marca los medios de comunicación y las interrelaciones entre estas regiones. Pero lo que nadie hizo, hasta que llegó Virginia Gutiérrez, fue mirar la gente de esas regiones físicas y centrar su interés en la estructura base para organizarse, que es la familia. De la razón física del territorio, Virginia Gutiérrez puso un tema mucho más definitivo. Pudo constatar que cada grupo humano típico en Colombia, asentado en una región, articulaba de manera diferente el concepto de familia. Ser caucano o antioqueño era relativo, se sabía que este individuo provenía de una familia con una estructura patriarcal o matriarcal. Su actitud ante la vida estaba marcada no por crecer a orillas de un río o venir de una zona andina, sino por la relación con su madre y padre. Lo racial, de nuevo, cobró función de determinante: la familia indígena precolombina, si es viable una generación tan amplia, no sobrevivió a la conquista española; la familia española fue fuertemente afectada por el mestizaje y la familia africana fue completamente destruida forzándola de un patrón patriarcal en África a uno matriarcal en América, debido a la esclavitud. A estas tres líneas generales se les deben sumar sus respectivas mezclas y otro factor que doña Virginia perfectamente detectó: la situación de la familia en las urbes cada vez más hacinadoras. ¿Esta ventana tan bien abierta por Virginia Gutiérrez no nos acerca al país y a nosotros mismos? ¿No facilita entender el enfoque de esta asombrosa investigadora? ¿A ver que somos miembros de una cultura determinada por el ámbito racial de nuestros progenitores y hogar? Todo, hoy en día, tan obvio, gracias a ella.
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