Cristóbal Trujillo Ramírez


Se inician las actividades escolares del año lectivo 2014. Una nueva oportunidad que la vida nos brinda para reivindicar uno de los más sagrados derechos de los niños y de los jóvenes: la educación. Bueno recordar ese hermoso tema del cancionero escolar de Arroyuelo: A la escuela, que ya es hora; en el cual con la sencillez propia de las cosas de los niños y, con gran acierto, la autora plasma la misión fundamental de la escuela como escenario de felicidad para todo aquél que se abre al descubrimiento del maravilloso mundo del conocimiento, la verdad y el desarrollo de actitudes y aptitudes. La letra de esta memorable página del cancionero escolar constituye todo un decálogo de lecciones y una hoja de ruta para todos los actores que dedicados estamos a la noble tarea de educar.
Para los niños y jóvenes, porque deben asumir la tarea de educarse como un deber sagrado que se convierte en el principal compromiso de su vida... "A la escuela, que ya es hora, sin demora vamos pues, nos lo exige, nos lo manda la voz santa del deber"…
Para los maestros, porque nos exhorta a entregarnos con amor al deber de enseñar; educar es ante todo un acto de amor y, como lo afirma el pedagogo Miguel Ángel Santos Guerra, educar es, ante todo, una manera de permitir que otros ganen la vida… "De la profesora vamos a escuchar saludables reglas de moralidad, si ella cariñosa labra nuestro bien, el que no la quiera un ingrato es"…
Para los padres de familia, porque nos recuerda que es en la escuela donde se construyen esperanzas y se busca la felicidad; los maestros son aliados estratégicos en la formación de sus hijos y privar al niño de la posibilidad de educarse constituye hoy, un atentado contra la dignidad humana… "Vamos a la escuela, sin demora vamos pues, que la escuela es templo de felicidad"…
Para el gobierno y para las autoridades educativas, porque nos impone el compromiso vocacional con la educación, es desde el alto gobierno donde se trazan las políticas tendientes a garantizar este sagrado derecho... "Si alguno a la escuela no quiere venir, falta a sus deberes y será infeliz"…
Al terminar el período de vacaciones que resulta ser insuficiente para muchos, principalmente para profesores y estudiantes, porque para los padres se hace más que suficiente, ya no resisten sus hijos más tiempo de asueto, no entienden cómo un maestro soporta esa gran cantidad de alumnos, cuando ellos no alcanzan a satisfacer las demandas de sus propios hijos; hay, quienes viven este momento de regreso a clases como una desdicha, como una tortura, como un sufrimiento insoportable. Hay, quien piensa que es una suerte tener trabajo -ese trabajo- o la oportunidad de poder estudiar.
¿De qué depende esa actitud positiva o negativa? Más que de la realidad que nos encontramos en las escuelas, de la actitud que nace del propio corazón. Así, lo podemos evidenciar en el libro "Historias que hacen bien", de Daniel Colombo, en esa interesante historia referida a Mahatma Gandhi.
"Cierto día, en las horas del amanecer, Gandhi y su compañero atravesaron las puertas de una ciudad con el propósito de compartir sus enseñanzas con sus habitantes. Un seguidor del Mahatma, que vivía en el lugar, se acercó y le dijo, apresuradamente: -Maestro, vas a perder el tiempo y las energías. La gente acá, es dura de corazón, se resiste al cambio y a escuchar las palabras de la verdad. Son estúpidos e ignorantes y no tienen el menor deseo de aprender algo. No desperdicies tu talento con ellos.
Gandhi, sonrió y respondió: -No me cabe la menor duda de que estás en lo cierto.
Unos minutos más tarde, otro seguidor suyo se acercó, pacíficamente, y lo saludó: -Señor, todos los habitantes de esta afortunada ciudad te dan la más calurosa de las bienvenidas. La gente aguarda con expectativa las perlas de la sabiduría que se desprenderán de tus labios. Están ansiosos por aprender y ávidos de servirte. Sus corazones y sus almas están abiertos de par en par para escucharte.
Gandhi sonrió y respondió: -No me cabe la menor duda de que estás en lo cierto.
Su compañero se volvió hacia él con asombro y le preguntó: -Maestro, ¿cómo es posible que puedas estar de acuerdo con los dos hombres cuando sus afirmaciones son diametralmente opuestas? El sol y la luna nunca serán iguales... Y, el día no puede ser la noche.
Gandhi, sonrió y contestó: -No me cabe la menor duda de que estás en lo cierto. Y considera, igualmente, que los dos hombres dijeron la verdad de acuerdo con sus propias convicciones. El primero, lamentablemente, espera ver lo malo…y es lo que ve. El segundo ve, únicamente, lo bueno… Y eso es lo que ve. Ambos ven el mundo tal como esperan percibirlo"…
Invito a todos los directivos, maestros, estudiantes y padres de familia para que al reanudar las actividades académicas de este año 2014, veamos en el seno de la escuela un mundo de posibilidades y seamos pregoneros de esperanzas, a pesar de los escenarios adversos, casi siempre, provocados por los desaciertos de quienes orientan las políticas educativas.
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