Luis F. Gómez


La tensión que se está viviendo en la Universidad de Caldas con motivo del proceso de selección del nuevo rector, es seria. Y más problemática, cuando lo que hay en el fondo son divergencias sobre la manera de conducir las estrategias de la institución. De otra parte, todo ello se está personificando en el nombre del actual rector, Ricardo Gómez Giraldo, que según parece desea una segunda reelección, es decir, tener un tercer período. Vemos algunos de los elementos del impasse.
La democracia en las universidades es buena, pero debe tener un filtro a través de los Consejos Superiores, pues las instituciones pueden volverse gravemente endogámicas y capturadas por los principales estamentos de la comunidad educativa. Y ello lleva indefectiblemente, por desgracia, a la incapacidad de tomar decisiones de cambio, pues los estamentos son muy reactivos a innovar. Sin embargo, a los estamentos hay que escucharlos muy cuidadosamente y con mucha paciencia, pues tomar una decisión en contra de un parecer muy extendido en la comunidad educativa es sencillamente dirigirse con los ojos abiertos contra un muro. Y ya lo han advertido algunos de ellos. El profesor Orlando Mejía sentenciaba claramente que si hay un tercer mandato le pasaría lo que le ocurrió a Rodrigo Garavito cuanto lo nombraron y no pudo posesionarse (siquiera hubo ese movimiento, ¡de la que se salvaron!). En este proceso se deben combinar claramente las necesidades de la universidad, siendo realistas de que estén dadas las condiciones de posibilidad para tal administración. Uno de los puntos de mayor preocupación es que los candidatos que pueden aspirar al Consejo Superior son aquellos que obtengan por lo menos un 15% en alguno de los estamentos donde se hace la consulta (profesores, alumnos y egresados), lo que realmente es bajo, pues se debería requerir un mínimo en los tres estamentos, por ejemplo. Por ello, el Consejo debe ser muy cuidadoso con el mensaje que recibirá en la consulta prevista para el 13 de noviembre. Y tenerlo en cuenta a la hora de tomar la decisión final.
En segunda medida, sería bueno discutir a fondo los cambios y las dinámicas que en los últimos años Ricardo Gómez le ha impreso a la Universidad, dadas las restricciones en que el Ministerio de Educación Nacional y el mismo Presupuesto Nacional han colocado a las universidades públicas. Acercar la Universidad a la empresa privada es bueno; darle una sostenibilidad presupuestal a través de los costos educativos también es responsable, aunque no sea lo más popular. Igualmente hay que poner lupa a las denuncias que se han hecho de falta de transparencia en la contratación y de conflicto de intereses de algunos de los miembros del Consejo Superior, finales electores del rector. Qué bueno que la Procuraduría ayudara en esta materia, pues no es bueno que haya denuncias que dejan en el ambiente muchas y serias dudas del proceder del actual rector y no se sepa a ciencia cierta qué hay.
Sobre las calidades del rector que se exigen, los estatutos son muy generales y laxos, no se requiere que hable bien otra lengua, con el hecho que pueda leer se dan por bien servidos. El reconocimiento académico solicitado es bajo para los estándares actuales, pues con una maestría se puede aspirar a ser la cabeza de la Universidad. A este respecto, es importante pensar no necesariamente en el perfil del rector, sino en el del equipo directivo. Pues un rector de carácter más cercano a la gestión administrativa, con unos buenos académicos que lo rodeen, puede prestar un excelente servicio. Por ello, no se debe ser fundamentalista en materia de títulos. Aunque llama la atención por el bajo rasero con que se mide. Por ejemplo, la experiencia de haber hecho un doctorado es muy valiosa para comprender profundamente una universidad.
Pero vayamos al Consejo Superior, a su composición, pues es allí donde finalmente se tomará la decisión que requiere mínimo 5 votos. Tiene una integración variada. Por una parte están los estamentos internos (5 votos): representantes de profesores, exalumnos, alumnos, exrectores, y del Consejo Académico. Y por otro lado, los representantes del Gobierno Nacional (2 votos): uno del Ministerio de Educación y otro del presidente de la República. Y, finalmente, otros representantes regionales (2 votos): el gobernador del Departamento y el de los gremios de la producción. Parecería una composición equilibrada entre gente de adentro y de afuera. Esperemos que una prudente sabiduría los lleve a tomar la decisión futura, que debe pasar por una evaluación muy seria de las dinámicas actuales de la Universidad y de las que requiere, para luego sí pensar en la persona entre los candidatos que arroje la participación de la comunidad educativa.
Finalmente, Ricardo Gómez, a quien hay que reconocerle también muchos de los logros que la Universidad ha cosechado en estos últimos años, debe ser prudente en la decisión que lo lleve o no a postularse para el tercer período. Hay momentos en la vida que hay que saber cerrar ciclos, a veces quererlos prolongar genera costos muy altos para el interés general. ¿Será que llegó el momento de pasarle la posta a otra persona? Sería un grave error, que si no hay las condiciones institucionales, insista en ello dejando en jaque a uno de los principales patrimonios regionales, la Universidad de Caldas.
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