Orlando Cadavid


Tradicionalmente a los periodistas y al país nos presentaron la Federación Nacional de Cafeteros como un gremio, pero hoy, después de escuchar tantas teorías y tesis sobre el café y sus dirigentes, caben muchas preguntas:
¿Por qué el nombre? ¿Cuándo y dónde fue fundada y por quiénes? ¿Es una agremiación o una entidad adscrita, descentralizada o vinculada al gobierno central?
¿Por qué los cafeteros no son los electores de los cuadros directivos nacionales, quiénes eligen a los delegados que a su turno eligen el Comité Nacional de Cafeteros?
¿Por qué es el gobierno el que nombra o desnombra al gerente general y a los gerentes subalternos de la Federación?
Si es un gremio de productores, ¿qué hacen sentados en el comité y gobernando los manejos de una actividad agrícola, varios ministros, el director de Planeación y el Contralor general de la República?
¿Cuándo llegará el día en que el gerente del Banco de la República le rinda cuentas a los cafeteros y al país sobre los recursos acumulados en una cuenta del banco denominada Fondo Nacional del Café y cuál es el monto de los rendimientos obtenidos en los portafolios de inversión manejados por el emisor con el dinero proveniente del café?
¿Por qué no se conocen los informes de auditoría de la Contraloría General de la República sobre el manejo de los recursos de la Federación de Cafeteros, si uno de sus delegados se sienta en el Comité Nacional con el argumento legal de que por existir gravámenes (impuestos) sobre esa actividad, debe existir control fiscal.
¿Por qué la Contraloría General de la República no hace parte de la junta directiva de las demás agremiaciones de productores (Andi, Cotelco, Fenalco, etc.) si todas las actividades económicas del país están gravadas con impuestos?
¿Ahora quién levanta la voz desde la Federación Nacional de Cafeteros frente al gobierno?
¿Sigue la Federación pagando la burocracia internacional de la Organización Internacional del Café que ya no le sirve al país, ni a ninguna otra nación?
Nos quedan pendientes otras preguntas que esperamos airear en futuras entregas del Contraplano.
Recordemos, por lo pronto, el "error" que el exministro Fernando Londoño asumió como propio, grave y nefasto, al haber propuesto y consolidado en un Congreso Nacional Cafetero los impuestos ad-valorem (en plata) y de Retención Cafetera (en especie) que le abrieron las puertas al sector público para fiscalizar la caficultura y disponer de sus recursos mas no de la tierra, del cultivo, ni de los cafeteros como tales.
En este pasaje se pierde en el tiempo la fecha en la cual los gobiernos asumen el manejo de la Federación, el nombramiento de sus funcionarios más importantes y de la burocracia de la entidad.
Hasta cuando estuvieron en escena don Leonidas Londoño, Rafael Parga Cortés y Jaime Restrepo Mejía, la defensa de la Federación y de sus activos era férrea y, cuando algún gobierno comenzaba a mirar con alguna ambición política los recursos del Fondo Nacional del Café, "le paraban el macho" y hasta hacían cambiar a los ministros que intentaran ir más allá de los intereses cafeteros.
La apostilla: Alguien apuntó que don Leonidas hizo cambiar no menos de 47 ministros y que ni siquiera el general Rojas Pinilla pudo meterse con los recursos de los cafeteros para ejecutar proyectos o empresas, aunque en el gobierno del dictador y otros que le sucedieron la Federación era mirada como el "Tío Rico" al que había que presentarle proyectos para que los financiara.
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