María Leonor Velásquez Arango


Este fin de semana leía en una columna de este diario que, según los resultados de las encuestas de ‘Manizales Cómo vamos’, ‘estamos en la ciudad con mejor calidad de vida del país’, decía el columnista que si bien, según la encuesta, el 81% de las personas se sienten orgullosos de Manizales, esta cifra debería ser del 90% o superior. Por supuesto que tenemos muchas cosas por las cuales sentirnos orgullosos, la gente, el paisaje, la cultura, el arte, etc., sin embargo no deberíamos creernos que somos lo mejor cuando, según las últimas cifras del DANE, también publicadas en este diario en julio pasado, los índices de pobreza en Caldas solo disminuyen en un 1,2%, pasando de 36,6% de incidencia de pobreza en 2011 a 35,4% de incidencia en 2013, con un indicador de pobreza extrema del 10,4%, esto es 0,5 puntos porcentuales de aumento con respecto al 2011 cuando estaba en 9,9%.
Cuando pienso que estos porcentajes están reflejando la realidad de personas y familias que no tienen cómo vivir dignamente, probablemente pasan hambre y viven en condiciones muy precarias, creo que son cifras realmente alarmantes y lo peor es que tal vez algunos de nosotros estemos pensando que una reducción del 1% o un aumento del 0,5% son cifras insignificantes; yo me pregunto qué pensarán los que hacen parte de esta estadística y siento escalofrío porque este es uno de los temas que más me inquieta y me gustaría encontrar formas de contribuir a la solución y no solo quedarme en la preocupación.
Con el nivel de sensibilidad que tengo por estos temas asistí el sábado pasado al foro con el premio Nobel de Paz Muhammad Yunus, un regalo de Yunus negocios sociales Colombia -antes Grameen Caldas- a nuestra ciudad, un discurso que toca el corazón e invita a romper paradigmas sobre la intención con la cual se abordan los negocios, un planteamiento que empieza hablando de la importancia de hacer algo que tenga sentido para alguien, no solo para satisfacer nuestros propios intereses personales que generalmente son bastante egoístas, para empezar a pensar en el otro. El motor inicial del profesor Yunus, al regresar a la India al término de la guerra indo-pakistaní en 1971, era hacer algo por la gente que estaba muriendo de hambre y mientras pensaba que su trabajo como profesor de teorías económicas ‘elegantes’ no tenía significado, se propuso hacer algo por alguien cada día, pues necesitaba sentirse útil aunque solo fuera para una persona.
Un hombre que tiene totalmente claro que su negocio no es hacer dinero, que su negocio es lo social y cuando se hacen negocios sociales hay que pensar como piensa la gente, hay que entender lo que necesitan las personas. Esto es un cambio fundamental, no pequeño ‘negocios para resolver problemas’ y no ‘negocios para hacer dinero’. La razón de esta transformación es que el sistema se agotó y la prueba de ello fue la crisis financiera internacional que se inició en la bolsa de Nueva York en el año 2008. Desde el punto de vista de Yunus, no se trata de reacomodar las piezas para recuperar lo que había antes de 2008, se trata de empezar a pensar diferente, de cambiar el paradigma del enriquecimiento personal por el bienestar de todos. ¿Soñador o retador? Depende de donde queramos mirarlo, el profesor dice que es necesario que despertemos, reconozcamos la realidad en la que vivimos y empecemos a pensar en todo lo imposible para volverlo posible, su experiencia demuestra que sí se pueden hacer cosas desde un lugar diferente.
El reto que planteó Muhammad Yunus al final de su conferencia es llevar la tasa de desempleo a cero, que según él es posible si trabajamos juntos para encontrar una meta común y si cada uno de nosotros asume la responsabilidad que le corresponda, con una invitación muy puntual a cada uno de los asistentes ‘al llegar a su casa invéntese un negocio que le permita dar empleo a 4 o 5 personas que hoy estén desempleadas, si cree que puede funcionar, envíeselo a la directora de Yunus negocios sociales Colombia y ella se encargará de apoyarlos’. Aparentemente una invitación muy sencilla, pero un reto monumental teniendo en cuenta que la tasa de desempleo de Manizales pasó de 10,6% en 2011 a 10,1% en 2012, Manizales y el país en general tienen tasas de desempleo superiores a las de América Latina (6,7%) y a las de países de ingreso similar como Chile y Perú (7%). Por supuesto que, si no hacemos nada y nos quedamos pensando que el problema es de otros o que nuestro aporte no haría la diferencia, estaremos cada vez más lejos de lograr un cambio en esta situación.
Deberíamos empezar por reconocer que sí tenemos un problema con el desempleo y con la pobreza, que reducciones de medio o un punto porcentual no son suficientes, que no podemos hablar de calidad de vida ni sentirnos orgullosos de nuestra Región mientras no encontremos soluciones reales a este tipo de situaciones, que necesitamos encontrar nuevas formas para el lenguaje de los negocios desde el sistema educativo, empezando por los niños ¿Qué pasaría si cada uno de nosotros, desde la clase dirigente, la administración, los empresarios, las instituciones educativas y cada ciudadano, nos propusiéramos ser útiles y generar beneficios para otros? ¿Podríamos pensar en hacer realidad la propuesta de que cada uno de nosotros proponga un negocio para solucionar un problema y no para ganar dinero? ¿Cuáles serían los obstáculos que tendríamos que salvar para avanzar hacia una propuesta incluyente? ¿Qué otras preguntas y reflexiones le surgen a partir de esta propuesta? ¿Cómo podemos darle continuidad a este tema para que no se quede como un personaje más de los notables que nos visitan? ¿Cuáles serían las conversaciones que deberíamos abrir en la ciudad para aprovechar este regalo de Yunus negocios sociales para la región y el país?
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