John Harold Giraldo Herrera


Docente universitario y periodista
“Yo creo en el dios salvaje... el dios cuyas reglas no han sido desafiadas desde tiempos inmemoriales”
Alan Cowan
Resulta que el polémico Roman Polanski ha hecho una película para burlarse de la institución más antigua y fehaciente de la sociedad: la familia. Y lo hace bajo un pretexto: los hijos de dos hogares se han peleado, por tanto requieren resolver de algún modo la situación. En medio de un contexto donde crecen las llamadas presiones de unos estudiantes sobre otros, el llamado tema del bullying o matoneo, esta película cae como una bofetada, porque si nos preguntáramos dónde empieza todo, al ver la película se encuentra la respuesta.
La película gira solo en un espacio: la casa de la familia del niño “agredido” y cuenta con solo cuatro personajes: los padres de las dos familias. Todo se mueve al principio en medio de la civilidad, la amabilidad, la complacencia, la aceptación, el glamur, lo fingido y en cierto modo el ocultamiento de circunstancias íntimas pero reveladoras, poco a poco se desatan. Y como espectadores quedamos enganchados en un drama cuya trascendencia atraviesa los problemas más medulares de la sociedad. Cargada de ironías múltiples, un humor ácido que se nos pone como pesado, se van diciendo verdades de esa institución que aunque es la más vieja sigue erigiéndose como la patrimonial de la humanidad.
La estrategia es básica, como de entrada hay un conflicto de agresión a resolver, toda la película intenta mostrarnos como ese hecho conciliatorio se ejerce. Solo un abrebocas resulta la escena inicial cuando vemos en plano general y con profundidad a unos niños jugando en las afueras de una escuela y de repente hay una discusión finalizada con un tremendo batazo propinado por un niño a otro, como queriéndonos decir que eso ocurre lejos de nosotros. Luego todo es construcción, catarsis y pugna por medio del diálogo entre las dos estirpes, porque es necesario recalcar las diferencias, el uno abogado, el otro vendedor de artículos para el hogar, la una presume como escritora mientras que su similar como negociante. Las familias van encontrando cómo irse acomodando en ese espacio afable, primero con una bebida simple, pasando por un café del bueno, hasta llegar a la bebida alcohólica; en ese espacio íntimo también ocurren muchas batallas. Entonces, ese glamur pronto desaparecerá y la conciliación se convierte en una gesta quizás mayor que la de haberle tumbado dos dientes al niño agredido.
Al principio hay cierta complacencia. Se escribe un informe de lo ocurrido, la palabra armado causa un revuelco entre los responsables del niño agresor, quienes la consideran una exageración. Zachary de once años es golpeador, y Ethan el maltratado. Sus padres realizan pues una disputa para conciliar. Lo obtenido es una película calculada para ir subiendo su tensión, propio de un cine hecho por un genio, que ha manejado al espectador a su antojo como en El bebé de Rosemery o piénsese en esa encantadora cinta El Pianista.
Polanski en esta película adaptada del teatro, ha hecho añicos los valores presumibles de ser enarbolados por la familia. Aunque se muestran como dispuestas, lo cierto es que les interesa esconder su quebranto y fragmentación, evitar el reconocer errores y por tanto al verse como liberal resulta siendo ultraconservadora. El abogado, cínico hasta más no poder y defensor sin sustento de lo bondadoso, es quien pone la cuota más alta de ironía, asume una posición pasiva, pero termina siendo sometido por su esposa y las circunstancias. Crueldad y esplendor, caos y equilibrio, se lee en uno de los libros de la anfitriona, y quien visita los dice, y quizás esa idea es lo que puede ser la familia.
No obstante, en el filme Un dios salvaje, aunque se diga que: “la cultura puede ser una fuerza poderosa para la paz”, lo visto es como unas familias nos muestran una cultura de la intolerancia, el ego, la apariencia y el sometimiento, y declarar la guerra termina siendo más fácil que emprender un pacto. Incluso el enemigo mayor parece es vivir con nosotros, y no digamos nada de lo que vemos en la realidad, de niños violados por sus padres, de infantes anómicos, de escuelas protegidas a su interior –que ironía- no digamos nada de eso y mejor quedémonos con la idea que si nos vemos la película de Polanski, a lo mejor tengamos unas muy contundentes sospechas sobre la inquietud de ¿dónde comienza todo?
Lo significativo de todo esto es que los niños seguirán jugando en el parque mientras los adultos han vuelto un conflicto más grande del que quizás fue.
País, año, duración: Francia, 2011, 79 minutos
Director: Roman Polanski
Guionista: Roman Polanski, Yasmina Reza (Obra: Yasmina Reza)
Música: Alexandre Desplat
Fotografía: Pawel Edelman
Reparto: Kate Winslet, Christoph Waltz, Jodie Foster, John C. Reilly
Productora: Coproducción Francia-Polonia-Alemania-España; France 2 Cinema / Versatil Cinema /Constantin Film Produktion / SBS Productions / SPI Poland
Premios: Todos en 2011: Globos de Oro: 2 nominaciones, a Mejor actriz comedia/musical (Foster y Winslet); Premios Goya: Nominada a Mejor película europea; Premios Cesar: Mejor guión adaptado; Festival de Venecia: Sección oficial a concurso; Nominada Premios David di Donatello: Mejor película de la Unión Europea
Género: Comedia. Drama | Comedia negra
Página web: http://www.sonyclassics.com/carnage/
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