Luis F. Molina


El gran Franco Atilio de Vita de Vito, conocido por todos en el sintético y maravilloso mundo del entretenimiento como Franco De Vita, es de los colaboradores más avezados en cuanto interpretar canciones que refieran a la desgracia emocional. Una de sus canciones más conocidas titula ‘Un buen perdedor’.
Parte de su letra, reproducida aquí sin intenciones mercantiles, – a los abogados hay que especificarles todo, como a los niños cuando comienzan la ingesta de alimentos por su cuenta – narra la más reciente dicotomía emocional y política del presidente de Estados Unidos de América, don Barack H. Obama:
“Y si el viento hoy sopla a tu favor, yo no te guardaré rencor.
Claro que sé perder, no será la primera vez.
Hoy te vas tú, mañana me iré yo. Seré un buen perdedor, el mundo no cambiará y alguien sin duda ocupe tu lugar”.
El presidente de EE.UU. debiera ampliar sus precarios conocimientos de español y comenzar a escuchar baladas pop impregnadas de íntimo sentimiento. Al pobre nada le ha salido bien en las más recientes semanas. Volvió a los titulares, como tanto se ha escrito y dicho, por su idea de lanzar un ataque militar a Siria siguiendo la ya probada y certificada agresión con armas químicas desde el ejército que maneja a su antojo el presidente Bashar Al-Assad.
Lo cierto es que todas sus actitudes fueron ampliamente criticadas por los sabiondos de política foránea. Si Obama decide atacar a Siria, le tildarán de ser un mandatario imperialista, impostor de un Nobel de Paz y otros tantos vilipendios. Si se permite seguir los consejos de la comunidad y opta por dejar que la crisis siria continúe su camino de excesiva tolerancia a los vejámenes y abusos contra los DD.HH., le criticarán por falta de criterio y una floja filosofía política.
Pero la mayor derrota de Barack Obama no llegó con Siria. Se originó con su colega Vladimir Putin. El líder ruso le ganó el pulso al tener a su merced la política siria, país que remotamente controla hace ya unos buenos años. No solo Putin logró que supuestamente Siria entregara sus armas químicas –cuyo uso viola el protocolo de 1925 de la Convención de Ginebra – sino que desvirtuó toda acción y proposición estadounidense, tanto en las Naciones Unidas como fuera de la organización internacional.
Putin utilizó las más limpias estrategias para entrar en la casa de Obama con el fin de exponer sus interesados puntos de vista. La semana pasada escribió un artículo para el diario The New York Times en el cual planteaba la viabilidad de una salida concertada a la crisis siria. Además, es sensato el presidente ruso en poner en tela de juicio la actitud de varios países que apoyan la incursión militar pero proveen armas a los rebeldes sin pausa alguna, acrecentando, técnicamente, el nivel del conflicto.
Los acontecimientos de Siria son un amplio ejemplo de la doble moral de tantos líderes mundiales. No hay que olvidar que en el 2008 el propio ejército ruso invadió Georgia, pequeña república exsoviética que aún debe cargar con tropas foráneas en su territorio soberano. Hago la salvedad: el conflicto georgiano es de los más complejos del mundo y la invasión rusa nace por los ánimos de Georgia por restaurar el orden en la convulsa localidad de Osetia del Sur.
Putin, en un cuidadoso juego de palabras que podría ser ideado por el más vetusto de los comunistas, envió un mensaje que derrotó la alocución de Obama por locuaz que esta fue. Pero la actitud del presidente de EE.UU. ha sido acertada al esperar pausadamente el desarrollo de los eventos. Quizás a Putin se le queme el pan en la puerta del horno una vez se conozca más sobre los atropellos a la dignidad humana autorizados por Bashar Al-Assad y finalmente se vea avocado a tomar una decisión más radical.
No existe sindéresis alguna que esboce a ciencia cierta lo que se debe hacer en Siria ni verdad a rajatabla acerca de lo que realmente ocurre en ese territorio, pues paulatinamente varios equipos periodísticos han tenido que salir del país luego de ver rechazada la prolongación de sus visas de trabajo. Supuestamente, Putin tiene controlada la situación y a Obama le toca conformarse con ser un buen perdedor y seguir jugando de visitante.
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