Efraim Osorio


Lo que me parece no sólo extraño, sino también absurdo, es que el Diccionario Panhispánico de Dudas, de la Academia de la Lengua, mezcle todas estas palabras -que es como "mezclar berzas con capachos".
Casi todas las palabras que, en castellano, empiezan por ‘tras’, como ‘trasnochar, trasportar, trasponer’, fueron formadas con el prefijo ‘tras-’ (simplificación de la preposición latina ‘trans’ -de la otra parte, del otro lado, más allá de, a través de- que, en nuestro idioma, y con los mismos significados, es sólo prefijo, ‘trans-’) y el elemento principal (verbo, sustantivo, adjetivo o participio), que le confiere su significado. Sin embargo, hay otras que empiezan también por ‘tras-’ (de la preposición ‘tras’, detrás de), pero construidas con esta preposición y un sustantivo, como ‘trastienda, trascocina, trascorral, trascoro’, términos que expresan la idea de un lugar situado ‘detrás de’ la tienda, la cocina, el corral o el coro (en las iglesias). Lo que me parece, no sólo extraño, sino también absurdo, es que el Diccionario Panhispánico de Dudas mezcle todas estas palabras -que es como "mezclar berzas con capachos"- y las considere provenientes del mismo prefijo. Y no es una calumnia, pues así se expresa: "En muchos casos, incluso, la forma con ‘tras-’ es la única existente; así ocurre, por ejemplo, cuando este prefijo se usa para formar sustantivos que denotan el espacio o lugar situado detrás de la palabra base". Dice "este prefijo", no hay duda. Asienta enseguida todas las palabras que comienzan por ‘tras-‘, como dije, mezclándolas, sin hacer la distinción semántica necesaria y lógica. Ello es que los diccionarios, todos, no acogen el prefijo ‘tras-’ (detrás de) como tal, lo que me parece, si no un descuido, una omisión, ya que su significado es el opuesto del otro. No quise consultar la Nueva Gramática de la Lengua Española, no por pereza, ¡no!, sino porque de pronto… En fin, todo lo anterior, para hablar de un neologismo, ‘trasescena’, que el editorialista de El Tiempo emplea, aunque separados sus elementos, en la siguiente frase: "…que hay más mezquindad que generosidad en las tras escenas de la cultura" (26/12/2013). El vocablo aún no aparece en los léxicos, pero debería, y con la siguiente acepción: "Aquello que está o parece estar detrás de la apariencia de algo o de una acción humana, como su preparación, y las intenciones, componendas y triquiñuelas de su ejecutor", verbigracia, las que puede haber en la ‘trasescena’ de los llamados Diálogos de paz.
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Sin lugar a dudas, ‘mucho’ puede ser adverbio, y, como tal, ‘se emplea mucho’, verbigracia, "por estos días, la plata rinde mucho menos". Y es adverbio cuando, doctrina muy conocida y elemental, modifica verbos, adjetivos y adverbios. Pero su oficio principal en la oración gramatical es el de adjetivo, por lo cual, cuando se usa, debe concordar en género y número con el sustantivo que acompaña. El columnista Augusto Morales V. escribió: "…la existencia de actuaciones de mayor o menor espectro que podrían generar mucho más admiración o
repudio…" (LA PATRIA, 28/12/2013). Lo castizo es: "…mucha más admiración…", porque, en esta construcción, el adjetivo ‘mucha’ afecta al sustantivo femenino ‘admiración’, no importa que entre los dos se encuentre el adverbio ‘más’, ya que éste, con su carácter adjetivo, aumenta el grado de ‘admiración’. Con ‘repudio’, obviamente, debe concordar en masculino, así: "Los actos terroristas de los guerrilleros causan mucho más repudio que las declaraciones desafiantes y ambiguas de sus jefes, allá en Cuba". ¡Obvio!
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Este fenómeno contemporáneo de inventar vocablos, disparatados o no, está mostrando todos los signos de epidemia. Algunos de ellos, sin embargo, quizás por el uso o porque están bien estructurados, son acogidos por la Academia de la Lengua. Uno de ellos es ‘ajenidad’ ("cualidad de ajeno", formado por este adjetivo y la desinencia ‘-idad’, que le confiere su calidad de ‘nombre abstracto’), que llegó a su diccionario en el 2001 (vigésima segunda edición). Y le asigna esta segunda acepción: "Derecho. Cualidad de las relaciones laborales por cuenta ajena, en contraposición a trabajo autónomo". Según las dos definiciones, no sé si el doctor José Fernando Ortega Cortés empleó adecuadamente la palabreja en la siguiente afirmación, o si, simplemente, echó mano de ella porque estaba ahí, como la montaña para los montañistas: "Si bien estas reflexiones se exponen para la comunidad en general no por ello debo hacer ajenidad a un concepto técnico jurídico" (LA PATRIA, 24/12/2013). Me parece que no, que debió buscar otras expresiones, como ‘hacer el feo’ o ‘hacer a un lado’ u otras parecidas; o acudir a verbos, como ‘obviar, olvidar’ y ‘evitar’.
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Así redactó el redactor de Supimos que, de LA PATRIA: "Esta última dirigente (Claudia López) tiene prevista su periplo por la capital de Caldas la semana después de la Feria" (29/12/2014). El participio pasado de ‘prever’, ‘prevista’, en esa frase, concuerda gramaticalemente con el sustantivo masculino ‘periplo’, no con la señora López. Noción elemental y sencilla, pero ignorada por muchos redactores, que dicen, con pasmosa facilidad, "tienen previsto la calebración para el día – "¿Y de la VEINTITRÉS, qué?", pregunta un cibernauta después de ‘leer’ mi silencio del martes pasado sobre ella. –Vea, don Gonzalo, está tan atiborrado de negocios su espacio peatonal, que ya, ni siquiera la tienda de elepés que funciona sobre el murito de la 27, esquina de Pan Extra, tiene hacia donde ampliarse.
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