Andrés Hurtado


"Gross Nacional Happiness". Así se lee en el aeropuerto de Paro al entrar a Bhután y ya el visitante queda advertido del propósito político fundamental del país: la felicidad de sus habitantes. Y desde que el visitante o turista pisan suelo butanés comienzan a notar las diferencias entre los países occidentales, en realidad entre todos los países del mundo, y el reino de Bhután. Fui anotando a lo largo de mi visita a este minúsculo país himalaico (así se escribe) todas sus características que en casi todos los casos son totalmente diferentes con las de países como Colombia. Lo siento, esa es la realidad.
¿Tan mal estaremos?
Las dos maneras más fáciles y obvias para llegar a Bhután por Europa y partiendo de Madrid son: la primera haciendo escala en Frankfurt y llegando a Delhi. Aquí la escala es de varias horas. Y se continúa luego a Paro, ciudad de Bhután que tiene el único aeropuerto grande. Existen en el país pequeñas pistas para avionetas en varias ciudades. La capital del país es Thimpu. La otra manera de llegar es haciendo escala en Katmandu, (Nepal), en vez de Delhi y continuar luego a Paro. Yo hice la primera ruta, por cuestión de tiempo y porque ya he visitado dos veces Kathmandu, pero recomiendo la segunda, para quedarse unos días en la esplendorosa capital de Nepal, matando así dos pájaros de un tiro.
Bhután es un pequeño país ubicado entre la India y la China. Por el norte lo separan del coloso chino los picos extremos del Himalaya oriental. En cuanto el avión abandona la gran planicie septentrional de la India aparece la cadena de montañas más altas del mundo. Sobra decir que yo estaba emocionado mirando por la parte izquierda del avión la sucesión ininterrumpida de picos nevados. Entre ellos alcancé a individualizar algunos de los llamados "catorce ochomiles". Sin ninguna dificultad pude distinguir en la inmensa masa de nieve el Everest porque los sobrepasa a todos en altura, con mucha diferencia. Pero la visión no fue completa porque nubes dispersas impedían la visión total de la cordillera. A mi regreso de Bhután las cosas serían de otra manera. Pero no adelantemos los acontecimientos.
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Algunos lectores, 8 para ser exactos, me llamaron desde Manizales el jueves pasado para preguntarme por qué en mi artículo de ese día hubo unas "frases locas", como las llamó uno. Le contesté con una frase sabia que leí en alguna parte: "El hombre es un pensador lento, desordenado, brillante; la máquina es rápida, exacta y estúpida". Eso ocurrió con mi artículo. Ya no es el diablillo de los linotipos sino la estupidez de la máquina que mezcló las frases. Este es el verdadero párrafo: "… porque todos tenemos allá en el fondo del alma el recuerdo atávico de Edén perdido. Uno de ellos fue el presidente Franklin Delano Roosevelt que llamó a la residencia de los presidentes con el nombre de Sangri.la. Hoy se denomina Camp David. Un portaaviones de la armada norteamericana pasó a llamarse USS Shangri.la. Dos películas se han hecho sobre la novela, una de ellas por Frank Kapra en 1937". He hecho esta corrección a petición de 5 de ellos que dicen que coleccionan la serie de mis relatos de viajes.
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