Tiempo de Navidad es un pequeño lapso de tiempo en el cual los cristianos conmemoran el nacimiento de Jesús. Aprovechan la época para realizar muchas actividades que si bien también se efectúan en otras épocas del año, no tienen la connotación de los sucesos que se festeja. El acto central, de acuerdo al calendario Gregoriano, llegará el 24 de diciembre cuando alrededor del pesebre, o sin su presencia física pero sí en sus mentes, se rezará y cantará a viva voz o en el silencio de lo íntimo impuesto por las condiciones externas.

La Navidad en América impone que se cambie todo un comportamiento expresado durante el año. La época es propicia, en algunos países, para las vacaciones colectivas que dejarán libre de sus funciones habituales a millones de personas y quienes dedicarán esos días a tantas actividades como imaginación tenga cada uno bajo la rigidez de las limitantes económicas. Desde los encuentros familiares se ha ampliado a concentraciones sociales de diferente índole.

Desde un tiempo de fervor religioso se ha transmutado en un frenesí comercial cada vez más aupado por el comercio y un falso sentido de que el regalo compensa todo y no, como debería ser, un además de las expresiones fraternales, de amistad y de agradecimiento laboral.

Congregarse alrededor del pesebre es un acto de humildad. Inclusive con la más simple ornamentación y sin la ostentación de lo moderno, porque entre más sencillo mejor y de mayor valor cristiano, salvo los grandes trabajos de arte y técnica hechos para la admiración y no para la oración.

El pesebre debe dominar, las luces de colores y los monigotes son otra cosa y las figuras foráneas de rojo y blanco o los trineos deben quedar allá, aquí hay que seguir buscando la identidad de una Navidad autónoma que haga sentir las perspectivas del pueblo y su verdadero emblema de la natividad.

Muchos se olvidan de Herodes, de quien existen muchos sucesores igualmente infanticidas y otros que se comportan como letales en diferentes frentes de la vida común.

Un cántico emblemático de la hora nocturna y feliz para el pueblo cristiano, Noche de Paz, es un bello poema pleno de recuerdos desde la infancia hasta la vejez. La remembranza con la paz no implica claudicaciones, dejar de controvertir con lealtad, alejarse de los principios que rigen una vida ética, embozarse, abandonarse, no es similar a posiciones bobaliconas y menos proclive a actitudes que son y demuestran esclavitud sin límites.

Otra cosa muy distinta es tolerancia consciente que no implica ninguna violencia en contra de lo que se debe decir y hacer en pro de una convivencia racional sin que se deje encasillar en actos alevosos por parte de otros ciudadanos.

Tradicionalmente, en el tiempo que transcurre entre la Navidad y el fin de año es propicio para hacer balances personales y proyectar el futuro con más énfasis a corto plazo, condición equivocada por cuanto los mejores proyectos personales, son aquellos detenidamente meditados y planeados y con logros a largo plazo con los debidos ajustes temporales.

Es bueno y así hay que acostumbrarse a que en la vida de las personas se necesita un permanente análisis interior, vida de seres humanos competentes, y ajustes inmediatos, que no esperan un año ni a una época predeterminada.

Ahora los medios de comunicación masivos y las redes sociales comienzan un bombardeo a la sociedad que irá más allá del 1 de enero del 2014, anunciando el o los personajes del año. Hay de todos los pelambres y de todas las intenciones. Sin embargo, no expresan nada del mejor ciudadano del año, en cabeza de cada persona que cumplió con sus obligaciones, fue fiel a sus maneras y la conciencia no le recrimina ninguna acción hecha con alevosía y premeditación. Si lo hizo, fue por situaciones no controladas, y realizó una profunda contrición de corazón. No crea en nadie, la figura es usted, por donde se le mire.

Nota: Esta columna dejará de aparecer temporalmente.