Cristóbal Trujillo Ramírez


Escribo este artículo como una reacción frente a la provocación que me genera la reciente propuesta del senador por Boyacá Édgar Espíndola Niño, quien ha manifestado que próximamente radicará en el Congreso de la República un proyecto de ley "por medio del cual se prohíbe a los maestros dejar tareas para la casa". Debo manifestar, inicialmente, que soy defensor de la tarea escolar tal y como ella es concebida en su esencia pedagógica, para ello hago dos citas que a mi manera de ver recogen esta intencionalidad. Luis Mattos afirma: "La tarea escolar es un medio para que el docente obtenga periódicamente, indicios relativos a la efectividad de la enseñanza". Así mismo, Francisco Larroyo manifiesta: "La tarea escolar, bien planteada, da oportunidades al educando para trabajar en privado, por su cuenta; esto significa que al realizar bien su tarea, el educando confirma así lo aprendido; tan importante es la explicación del maestro como el esfuerzo individual, reflexivo, del educando para afirmar el saber adquirido y, la prueba decisiva para averiguar si ha aprendido algo, es la capacidad de aplicarlo. La aplicación didáctica se logra a través de los problemas".
Considero que estos dos elementos son sustanciales para salir en defensa de la tarea escolar, que debe en todo caso gozar de unos atributos fundamentales para cumplir su función sustantiva en el aprendizaje, la tarea escolar debe ser planificada, dosificada, intencionada y validada.
Planificada, ya que debe hacer parte de la propuesta didáctica y de los propósitos del aprendizaje, no debe entonces, responder a otro propósito como el castigo, la sanción o el capricho. Dosificada, no es la repetición, ni mucho menos la extensión lo que da cuenta de la eficiencia de la tarea, por el contrario eso la hace aburrida y monótona. Intencionada, toda vez que debe responder a la necesidad de aplicar el conocimiento y a evidenciarlo en un contexto diferente del aula de clase. Validada, ya que la tarea escolar tiene que ser revisada y comentada en el aula de clase. La construcción del estudiante, su producción individual, ameritan algún concepto por parte del docente; además, esa validación es fundamental para la recolección de evidencias del aprendizaje.
Ahora bien, las malas prácticas en el diseño de la tarea escolar despiertan la impaciencia de padres de familia y de estudiantes, y es precisamente porque en muchos casos no gozan de estos atributos que acabamos de enumerar, es lógico pensar que un trabajo improvisado, largo y tedioso, memorístico y repetitivo y, que además no se revisa, no se comenta ni se evalúa, termine por ser una carga aburrida para la familia, porque de paso, papá y mamá terminan pagando solidariamente buena parte del costo de este estéril trabajo de escuela. En el artículo: ¿Cuál es el sentido de las tareas escolares?, publicado en http://educacion.idoneos.com, se hace un juicioso análisis del deber ser de la tarea desde la escuela y las diversas prácticas que desfiguran la intencionalidad pedagógica de la misma. Les recomiendo a mis lectores este documento como un buen complemento al desarrollo de lo que aquí planteo; este artículo nos provoca interesantes reflexiones, las cuales invito lleguen hasta los espacios de la escuela:
¿Cuál es la experiencia como docentes de las tareas escolares?
¿Cuándo es útil la ejercitación en casa?
¿Cuál es el sentido de este trabajo adicional?
¿Cuál debería ser el rol de los padres en este momento del aprendizaje?
Comprenderán ustedes que desde el punto de vista de la pedagogía, la tarea escolar tiene todo su sentido; una buena tarea facilita el aprendizaje, recrea el conocimiento y valida, en la práctica, el concepto aprendido; una mala tarea despierta la fatiga, angustia la voluntad y se convierte en una fastidiosa carga para toda la familia.
En esta desafortunada iniciativa del senador Espíndola se caricaturiza buena parte de nuestra cultura; como en la escuela es normal encontrarnos tareas sin sentido, entonces la solución es prohibir las tareas, en lugar de exigir que la tarea escolar tenga sentido y goce de los atributos que la hacen asertiva en los procesos de aprendizaje.
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