Esteban Jaramillo


Esteban Jaramillo
LA PATRIA | Manizales
Dicen los expertos, que técnica no es talento. Puede un atleta ser experto en el manejo de la pelota, pero inepto en la concepción del juego de conjunto. Son pocos los que combinan la sensibilidad en el toque del balón, con la capacidad para interpretar un partido con todos sus componentes, ofensivos y defensivos.
Se le reconoce, por ejemplo, a Mario González, en el Once Caldas, la habilidad en el golpeo y su visión con talento, pero es discontinuo, y por eso frente a él no hay medias tintas en el elogio o la crítica. Héroe con sus pases magistrales o demonio cuando se arrastra en medio de su discontinuidad.
Gonzalo Cabrera es Petiso talentoso. Llegó al Once Caldas como gregario desconocido y pasó a ser protagonista estelar, con aporte técnico y solidario por la causa común de la clasificación. Agresivo con la pelota, dispuesto a cubrir todas las zonas del ataque, con calidades técnicas y fantasía en sus pases inventando tantas veces gambetas imposibles.
Se recuerdan con él, los 10 que por el medio pasaron y nunca se olvidaron, que perduran en la memoria grata del hincha blanco. Entre otros, los argentinos Mirabelli, “El Chueco” Herrera y Dante Homérico Lugo, en los años 60 y 70. Víctor Hugo Del Río, el Flaco Sierra y Palito Correa; los colombianos Alexis García y Arnulfo Valentierra, en reciente y glorioso pasado este último, para recordar solo algunos, expertos en el arte de mimar la pelota y divertir al pueblo.
Cabrera tiene sentido táctico, eficacia en el pase y entusiasmo estético. Su fútbol es elaborado con satisfacción colectiva y no, exclusivamente, para su gusto personal. Es delantero retrasado, volante adelantado o defensor improvisado, habituado a los combates en espacios reducidos. Rechazado en el Deportivo Cali, reapareció de las sombras del anonimato, para ganarse el respeto en las evaluaciones semanales de la prensa nacional. Cabrera, como aquellos astros del pasado, habla con los pies, es un derecho que parece un zurdo, como aquellos viejos salseros blancos que cantan como negros. Cabrera y González son diferentes, asocian el talento con la técnica, enchufados al arte de jugar son incontenibles.
P.D.: cuando un jugador es capaz de decir con palabras lo que hace con los pies, logra por fin entender el juego en el que compite. Qué decir de tantos periodistas que se deleitan juzgando con la lengua lo que nunca lograron hacer con los pies. Más grave aún el asunto de quienes nunca aprendieron y se dedicaron a enseñar.
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