José Jaramillo


La frase que titula esta nota fue el eslogan de la campaña presidencial del doctor Belisario Betancur Cuartas (1982-1986), consecuente con su espíritu optimista y patriótico. Desafortunadamente, su mandato fue trágico, porque en su discurrir convergieron calamidades de toda índole: la tragedia de Armero, el terremoto de Popayán, la toma del Palacio de Justicia, el asesinato del Ministro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla, ordenado por la mafia del narcotráfico; la crisis financiera de los años 80, en la que se derrumbaron por malos manejos de sus administradores varios imperios económicos; y el frustrado acuerdo de paz con la guerrilla, que se “bailó” a Belisario, como después lo hizo con Andrés Pastrana Arango (1998-2002), entre lo más destacado de las desgracias que signaron el mandato del “sí se puede”, suficiente para que el buen “Bélico” saliera del Palacio de Nariño envejecido, con el rostro ajado y el cabello completamente blanco. Con razón y sabiduría el expresidente se alejó por completo de los alrededores del poder, para dedicarse a la contemplación de los paisajes de Barichara, a la poesía, a foros intelectuales y a Dalita, su segunda esposa, otro espíritu sensible a las bellas artes. Si embargo, la historia reconocerá que intentó hacer lo mejor por el país. Un aviso en el bufete de Florentino López Grajales, un tinterillo de Circasia, decía: “No garantizo solucionar el problema pero le hago la lucha”. Belisario dio la lucha por Colombia, pero las circunstancias fueron superiores a sus buenas intenciones.
Cualquier tarea que se enfrente en la vida debe estar precedida por la idea de que se va a triunfar, o no tendría sentido acometerla, por encima de comentarios y malos pronósticos de “aves de mal agüero”, fatalistas y negativos, que no faltan, y hacen lo posible por desalentar a los emprendedores; y hasta sienten un “fresco” cuando fracasan. “Yo se lo dije”, expresan con perverso triunfalismo.
Los deportistas que representaron a Colombia en los Juegos Olímpicos de Londres son un ejemplo para la juventud, porque son personas humildes, que alternan sus entrenamientos con el estudio y el trabajo, en medio de dificultades económicas y sobreviviendo con muchas incomodidades. A esos luchadores deben emular los muchachos, y no a los mafiosos y delincuentes que destacan los canales comerciales de televisión, que ostentan poder y riquezas extravagantes, conseguidos con actividades criminales.
Un hermoso mensaje que circula por Internet cuenta que dos niños jugaban en un campo de hielo y uno de ellos cayó por una grieta al agua helada. El otro buscó un elemento contundente para golpear el hielo y ampliar el hueco, de modo que pudiera ayudarle a salir al compañerito, lo que finalmente consiguió. Cuando llegaron los socorristas se preguntaban cómo había hecho ese niño tan pequeño para romper el hielo, duro y grueso. Y el sabio Einstein, que casualmente pasaba por el lugar, les respondió: “Porque nadie le dijo que no podía”.
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