Jorge Raad


Desde la misma migración de los antioqueños a las futuras tierras de Caldas, existía en los colonizadores y sus primeros descendientes una recóndita esperanza por una vida mejor, que poco a poco se fue haciendo realidad. Los que se desplazaron en su gesta y el resultado de sus proezas han sido descritos en bellas páginas de historia. Luego una ley, en 1904, creó el Departamento de Caldas bajo la presidencia de Rafael Reyes, quien ejercía su gobierno bajo el lema de: Menos política y más administración. Hoy, 109 años después, la situación tiene poca variación.
Entre las aspiraciones de los primeros pobladores de Caldas, la educación para sus familias era una prioridad. El Colegio Mayor de Caldas -Instituto Universitario-, el Liceo Femenino y la Escuela de Artes y Oficios, fueron los precursores de un ente universitario. Esta semana, el 24 de mayo, se cumplen 70 años de haber sido sancionada la Ordenanza 006 de la Asamblea Departamental de Caldas, por medio de la cual se fundaba la Universidad Popular, que posteriormente se constituiría en la Universidad de Caldas por decisión autónoma, refrendada por el Ministerio de Educación Nacional, bajo el rectorado de César Palacio Londoño, en el Acuerdo 1 de marzo 6 de 1956.
La Universidad era jurídica y administrativamente del orden departamental, fue salvada, afortunadamente, financiera y académicamente por la Ley 34 de 1968 que la nacionalizó, acción no siempre bien entendida por todos. El presidente Carlos Lleras Restrepo sancionó la ley bajo la rectoría de Ernesto Gutiérrez Arango. Durante siete décadas muchas personas y hechos han desarrollado el Alma Máter, con los consabidos altibajos, entre ellos los momentos estelares universitarios.
La Universidad ha sido un centro reconocido de ciencia, técnica, filosofía, artes, proyección y más recientemente de investigación organizada, con todavía muchos vacíos, a pesar de los esfuerzos y logros tempranos de algunos investigadores. Pero el talento humano con el apoyo indiscutible de la Institución tiene la obligación de hacer el cambio esencial y estabilizar la producción necesaria en este aspecto, sin descuidar jamás y a ningún título la formación de hombres y mujeres que buscan espacios consolidados y de calidad en el entorno de la Universidad.
Quienes pensaron la Universidad, quienes la crearon, quienes la han dirigido, quienes han egresado de ella, quienes han sido sus docentes y quienes han sido sus funcionarios, deben estar orgullosos de su Institución, pero tienen el derecho a exigir cada día una mejor entidad. Quienes hoy permanecen también tienen la obligación irrenunciable de aportar estrategias, en abundancia y permanentemente, a la Universidad para hacerla de inmejorable nivel para todos los colombianos, y en especial para sus descendientes.
Ahora, poco importan los años de existencia, los reconocimientos, los escalafones, las patentes, los artículos publicados, las condecoraciones, las certificaciones y todo aquello que de una u otra manera permita ubicar a la Universidad en un contexto local, regional, nacional o internacional. Lo que verdaderamente es significante es la impronta que se le otorga a cada estudiante para el futuro de su vida, y a ello hay que agregarle la directriz, a manera de faro, que la Universidad debe facilitarle a la sociedad colombiana y en especial a la caldense, como una fuente imperecedera de liderazgo que busca siempre el bien colectivo de los integrantes de los núcleos de población.
En Manizales universitaria, la Universidad de Caldas es una fortaleza irremplazable.
Tener a la Universidad de Caldas en la región es una fortuna y como dice el logosímbolo original: Quoqumque Lumina Spargo, -Por doquier difundo las luces-, ideado por el presbítero Francisco Giraldo González, debe mantenerse por siempre sin nubarrones y sin que la intercepten o desvíen.
Quienes se han aproximado a la Universidad, tienen el orgullo y el honor de haber estado bajo su tutela. Los grandes problemas que han existido se vuelven pequeños cuando se observan retrospectivamente, pero han sido finalmente motivo para valorar la Institución y salir victoriosa en su Misión.
Nota: Para la ciudad universitaria, la Universidad de Caldas es esencial.
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