José Jaramillo


Con la humildad con la que recibían latigazos los indios americanos y se echaban a la espalda a exploradores y curas evangelizadores europeos, para que no se les empantanaran los botines; les trabajaban gratis en minas y plantaciones; les cedían las tierras y les entregaban las riquezas mineras para que las enviaran a sus monarcas, después de quedarse con buena parte en sus faltriqueras, se ha recibido la noticia de que los países de la Unión Europea van a eliminar la visa para colombianos, mejicanos, peruanos, chilenos y brasileños. ¡Tan queridos!, ¿cierto?
Curiosamente, estos son los países que económicamente están mejor que españoles, portugueses, irlandeses, italianos y otros, de huida de cuyas crisis muchos latinoamericanos se han repatriado y ciudadanos de esas arrogantes naciones están emigrando hacia centro y sur América, que los acogen con la ternura con la que un hijo recibe a la mamá, cuando enviuda y queda pobre.
La idea de eliminar la odiosa visa la lanzó don Mariano Rajoy, presidente de España, y casi nos hace llorar de la emoción, sin pensar en que esa era "caridad con uñas". El viejo zorro va detrás de deshacerse de una buena cantidad de europeos que están varados y de atraer a turistas para que le lleven dólares y euros al Viejo Mundo, e inversionistas que generen riqueza y fomenten el empleo. Por eso, con seguridad la iniciativa será acogida con beneplácito por el Parlamento Europeo.
El que tiene vocación de servil agradece del amo hasta el mal que le hace. Los señores feudales criollos, que se creían dueños de vidas y haciendas (de lo cual todavía habrá rezagos), eran objeto de tal veneración, que sus agregados agradecían de ellos hasta que les preñaran las mujeres y sedujeran a sus hijas, cuando la pubertad comenzaba a insinuar sus encantos, al punto que se decía que "los ricos no pierden sino el alma y las hijas de los pobres". Por fortuna, los medios de comunicación, la educación y la labor de los pastores religiosos ha permitido que la gente humilde y sometida se rebele contra esas prácticas aberrantes. Un bambuco de reciente cuño dice que al campesino lo echaron del pueblo porque tuvo con su mano al patrón que castigar, cuando quiso irrespetarle la familia. Pero el complejo de los americanos con la "rubia y pérfida Albión", y sus semejantes europeos, y la aceptación resignada de su preeminencia racial y cultural, no se supera ni con plata, porque cualquier europeo, por pobre que sea, se cree superior a indios, mestizos y negros, así sean educados y ricos. Y lo peor es que éstos así lo reconocen.
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