María Leonor Velásquez Arango


Constantemente estamos oyendo hablar sobre el calentamiento global, la sostenibilidad del planeta y la necesidad de cuidar el medio ambiente. Probablemente algunos de nosotros pensemos que este es un tema lejano que no tiene nada que ver con nuestra vida cotidiana o tal vez nos hayamos interesado por ver algún documental, leer un reporte o asistir a alguna conferencia y eso está bien. Me pregunto ¿Será que este tema tiene algo que ver con nosotros? ¿Será que usted y yo podemos hacer algo para recomponer algunas de las cosas que están mal en nuestro planeta? ¿Será que aunque no definamos las reglas de juego de la sociedad actual, también somos responsables de lo que está sucediendo hoy?
Hace unos días estuve en un simposio de Pacha Mama Alliance (www.pachamama.org) el cual me generó inquietudes y reflexiones, que hoy quiero compartir con usted.
La sostenibilidad del planeta tiene que ver con el medio ambiente; el agua que nos tomamos, el aire que respiramos, la tierra que cultivamos. También tiene que ver con la equidad y justicia social; la posibilidad de trabajar, tener vivienda, educación y calidad de vida. Y aunque suene extraño también se relaciona con una espiritualidad plena; esto es la capacidad de sentir y conectarnos con lo que pasa a nuestro alrededor, con otras personas, con la naturaleza, con el universo y si usted cree en algo más allá de lo material, con la capacidad de conectarnos con un Ser Superior.
Si hiciéramos un recorrido por cada uno de estos temas ¿Cuál cree que sería el balance? Tal vez estamos sobregirados y en deuda con la naturaleza; porque la hemos explotado, hemos abusado de sus recursos, nos hemos olvidado que cada ser vivo y cada elemento que ella nos provee son sagrados y forman parte de un sistema mayor en el cual también habitamos nosotros. ¿A quién de nosotros le gustaría vivir en una casa desolada, sin agua, sin aire, sin luz, sin comida y sin compañía? El planeta es nuestra casa grande y no está en las mejores condiciones. ¿Qué le pasa cuando piensa en esto? ¿Qué tiene que ver conmigo y con usted lo que está sucediendo hoy en el planeta? No le pido que se vaya al Polo Norte o a la Patagonia, solo quiero que mire a su alrededor, en su jardín, en su barrio, en la ciudad.
Continuemos con la metáfora de la casa y pensemos que, además de hacer falta recursos y vida, hay muchos espacios llenos de basura que se va acumulando, que contamina y produce enfermedades; el basurero está lleno y se desborda y no sabemos qué hacer con todo esto que sobra. Mientras tanto la sociedad de consumo nos dice que necesitamos estar a la última moda, en la ropa, en la tecnología, en los juguetes, etc.; necesitamos tener y acumular para ser reconocidos y valorados.
Mientras algunos compran más, acumulan más y desperdician más, otros no tienen lo mínimo para sobrevivir. Estamos ante un complejo problema de justicia social que no es necesario ir a mirar a Etiopía o Biafra; lo tenemos a veces en nuestra familia, en algún vecino, en el barrio del frente o en las comunidades marginadas. Pero nos cuesta mirarlo de frente, hemos perdido la capacidad de sorprendernos, nos hemos vuelto insensibles, tal vez porque la realidad es muy dolorosa y es mejor ignorarla o tal vez porque creemos que es un tema de otros y no nos corresponde.
¿Y será que no nos corresponde? o ¿Será que estamos demasiado cómodos para sacrificar algo y poner un granito de arena ante una realidad que cada vez es más compleja?
Una de las reflexiones del simposio es que llegamos hasta aquí porque tenemos supuestos que no nos atrevemos a cuestionar y nos hacen comportarnos como lo hacemos; por ejemplo:
El progreso es la esencia de nuestra existencia y nunca es suficiente.
El mundo está para nuestro provecho.
La competencia es algo natural y ¿qué pasa con la compasión y la cooperación?
Las personas valen por lo que tienen.
Todo se puede descartar, hasta un ser humano... un niño.
La naturaleza es una cosa y el mundo moderno es otra.
Tengo que tener... para que me acepten.
Si ha llegado hasta aquí tal vez se esté preguntando ¿Y yo qué puedo hacer? Me gustaría invitarlo, en primer lugar, a revisar qué le pasa con lo que está sucediendo hoy en el planeta, en temas ambientales, de equidad y justicia social, de espiritualidad "estar conectado con". Deje que le aparezcan algunas emociones: dolor, tristeza, miedo, no importa, permítase sentir. Identifique cuáles son esos supuestos que usted tiene y que tal vez es hora de empezar a desafiar. ¿Qué es eso que usted puede empezar a hacer diferente a partir de este momento? No piense en cambiar el mundo piense cómo puede cambiar la forma como se está relacionando con su mundo, con su espacio, con los seres que lo rodean, con la comunidad. Las pequeñas acciones cuentan: revise que sus equipos estén apagados antes de salir, no desperdicie una hoja de papel, regale lo que no necesite, involúcrese en una causa social. ¿Qué va a hacer usted hoy por su hogar, por su tierra?
Lo que pase en el futuro no depende de otros, depende de nosotros y para eso necesitamos ser conscientes de lo que hacemos y el impacto que esto tiene en otros seres y a nuestro alrededor. Cierro este escrito con una frase de uno de los videos del Simposio de Pacha Mama Alliance "Nuestras decisiones y acciones de hoy definen el mundo en que viviremos" si lo piensas te sientas, pero si lo sientes te pones de pie, si te pones de pie otros lo hacen y juntos podemos cambiar el futuro".
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