Luis F. Molina


Tenemos en Colombia, gracias a esa fiebre rara de la globalización, pequeñas embajadas. No son embajadas políticas –al menos-, pero sí son lugares donde asistimos, dejamos un poco de país, pero no llevamos nada a nuestro favor. La apertura económica y todos esos sofismas económicos del neoliberalismo nos han hecho seres sumisos. Ahora aceptamos la inversión extranjera como propia, vendido bajo la intención de progreso.
No es mi intención satanizar la inversión foránea en nuestras tierras. Por el contrario, resalto que su presencia ha llevado a la competencia y mejora de los productos, instalaciones y formatos nacionales. Podemos competir y no estamos condenados a hacer lo que otros hacen, aparentemente.
La semana pasada me sorprendí con la noticia de la venta de las hipertiendas Carrefour Colombia a una compañía chilena. Pasamos de tener estos hipermercados, que otrora fueron la innovación en materia de grandes superficies en el país, de manos francesas a chilenas. Lo único que nos quedaba era ver cómo negociaban en nuestras frentes algo que es suyo en nuestros suelos.
Finalmente, la salida de Carrefour no es otra que una consecuencia de la tenaz crisis económica que se vive en el viejo continente. Europa está poseída por círculos viciosos de dramas monetarios, donde el sacrificio de todos debe ser el pago de las desperdiciadas políticas de algunos dirigentes carentes de sentido común y estudios económicos y sociales.
La multinacional que dejó Colombia tiene tantos problemas en Francia, que con la venta de sus tiendas en el país por un monto estimado de 3,6 billones de pesos, planea sanear un poco las finanzas de sus establecimientos en el país galo. Además, están considerando vender sus participaciones en otros mercados latinoamericanos y mundiales para dedicarse a reformar sus negocios. Por el momento, se han conformado con la venta de sus superficies en Singapur y Colombia.
Como a rey muerto, rey puesto, Cencosud se ha sentado en el trono que ostentó por más de 12 años la compañía francesa. Los chilenos, dueños ya de una firma comercial en Colombia, hacen su compra más importante en su historia internacional. Tanto era su interés en Carrefour que terminaron por hacer un empréstito con JP Morgan, cuestionado sello financiero luego del colapso y recesión de 2008 en EE.UU. La crisis aparece por todas las aristas cuando se trata de Europa y de cobrar cuentas pendientes.
Al parecer, Jumbo será el nombre que estará en estos almacenes y tiendas de gran formato. A paso lento, vemos como los chilenos se han filtrado dentro del mapa comercial colombiano. Tienen una tienda para el hogar plenamente conocida en el país y ahora competirán contra el Grupo Éxito, que también es de propiedad de un grupo francés, éste conocido como Casino.
De pronto, esa excusa del gobierno por la cual se jacta de tener una economía blindada ante la recesión no es tan cierta, pues hemos estado todo el tiempo en crisis. No por tener una economía en crecimiento, gozamos siempre de una situación financiera sana y estable.
Cada quien formulará sus propias conclusiones al saber en manos de quién quedan las ganancias de este tipo de comercio.
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A los problemas que parecen no tener fin en Siria, se suman más problemas en un raro conflicto que se vive hace muchos años en Líbano. Son varias décadas desde que el Medio Oriente se convirtió en un polvorín y nos habituamos a vivir con ello, como con el hambre en África, la explotación laboral en China y otros problemas que ya son “normales” para todos.
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