Pablo Mejía


Desde que tengo uso de razón no recuerdo haber pasado una temporada navideña más alejado de todo tipo de celebración; solo para fin de año nos invitaron unos buenos amigos a disfrutar como nos gusta: en clima caliente y con marrano, aguardiente, muñeco de año viejo y otras arandelas que evocan las festividades de antaño. De resto en la casa, tranquilo y dedicado a la lectura, entre otras porque no hay nada más para hacer. La prensa se lee en minutos debido a que es puro relleno, donde abundan los balances, resúmenes, calificaciones y demás ladrillos. En los telenoticieros solo hablan de balas perdidas, quemados con pólvora, atracos a supermercados de barrio e informes desde los terminales de transporte. Y los programas radiales dan grima, porque a sus presentadores se les nota la jartera y esa gana de irse para la casa.
Hasta ahora siempre me había ausentado diez o quince días, desconectado de todo, y pasaba que durante el resto del año me enteraba de muchas cosas que sucedían durante ese lapso; es común por ejemplo que alguien se muera un 31 de diciembre y para muchos siga en este mundo porque nunca se enteraron de su deceso. Procedo entonces a hacer un resumen de noticias que llamaron mi atención en estos días de abulia y relax. El asunto de la liberación de Ferney Tapasco fue una jugada maestra, fríamente planeada, porque el juez emitió su fallo el 24 de diciembre por la tarde, cuando todo el mundo está en lo suyo, además de que al otro día circulan muy pocos medios informativos; y los que operan preparan sus publicaciones con tiempo para permitir a sus empleados celebrar en familia. Ahí queda demostrado que el poder es para poder. ¡Sinvergüenzas!
Al alcalde Petro se le enfrió el respaldo popular porque coincidió con una época de trago y parranda, por lo que no le quedó sino irse para el extranjero a ver si allá le funciona el pataleo. Eso sí, apenas supo de la vía libre a la votación para la revocatoria de su mandato empezó a gustarle esa figura, la misma que tanto había rebatido. El caso es que dicha convocatoria se da solo si el Torquemada criollo no repunta antes del 2 de marzo, fecha establecida para la votación, lo cual parece imposible porque el rezandero de marras no va a dejarse ganar el pulso político así de fácil; ojalá resuelvan rapidito porque esa enguanda electoral nos cuesta la bobadita de 30 mil millones de pesos. Repito algo que leí en una red social: Entre Ordóñez, Petro y la basura, me quedo con la última.
Un barco cargado de turistas salió rumbo el polo sur y seguro al capitán le fallaron los cálculos, porque el mar se congeló y allá quedaron varados. Debieron mandar un rompehielos al rescate y ese tampoco pudo contra la naturaleza, por lo que debió regresarse sin cumplir la misión. Por fortuna después de una semana de incertidumbre aparecieron los chinos, que son los chachos de moda, y con unos helicópteros evacuaron a todos los pasajeros; la tripulación debió quedarse cuidando el barco, no sea que aparezca una banda de piratas modernos y se alcen con él. No entiendo es para qué se van tan lejos a buscar lo que no se les ha perdido, con ese frío tan espantoso que hace por allá.
Lo que son las paradojas de la vida. Michael Schumacher tentó a la muerte miles de veces mientras recorrió a toda velocidad las pistas de automovilismo del mundo entero y salió ileso de la prueba. Ahora retirado, después de una carrera brillante y forrado en oro, se encuentra en estado crítico en un hospital y es muy posible que le queden graves secuelas. El caso es que debido a su fama las especulaciones son muchas, como la de un médico que asegura que el campeón perdió medio cerebro en un accidente automovilístico hace unos años. Ahora pienso que a Montoya debe pasarle lo mismo y después de oírle algunas declaraciones, sospecho que en su caso el daño cerebral es mayor.
Murió el cantante brasileño Nelson Ned, quien debido a su escasa estatura fue llamado El pequeño gigante de la canción. Después de una vida licenciosa, desde hace dos décadas decidió convertirse en evangélico y cantar solo temas religiosos; el hombre pensaría que el que reza y peca empata. Como a tantos otros la fama se le subió a la cabeza y los excesos acabaron con su salud, y a los 66 años se trasteó para el otro toldo. Ahí quedó de recuerdo el bonsái donde acostumbraba columpiarse.
De una buena se libraron los que todavía no habían llegado a nuestra ciudad el sábado 4 de enero. A eso de las 10:30 de la noche empezó a moverse el piso, durante unos cuantos segundos que parecieron una eternidad, y los únicos que no se percataron fueron los que andaban enrumbados; y menos si brincaban en una pista de baile. En cambio quienes estábamos juiciosos en la casa casi nos despachamos del susto, e imagino lo que sería para tantos turistas procedentes de distintas regiones donde no es común este tipo de fenómeno. Esa noche pudo decirse, sin temor a exagerar, que Manizales entera se movió al ritmo de la feria.
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