Alejandro Samper


Renunció Benedicto XVI a su papado. Un cargo que muchos creíamos vitalicio porque ¿cómo se le dice a Dios y a los mil 196 millones de católicos que hay en el mundo que ahí les deja el puesto? Al parecer hay que hacerlo en latín, como para que pocos entiendan. "Conscientia mea iterum atque iterum coram Deo explorata ad cognitionem certam perveni vires meas ingravescente aetate non iam aptas esse ad munus Petrinum aeque administrandum". Palabras más, palabras menos: se mamó.
Y está bien que se haya mamado. Aceptar que esa carnita y esos huesitos son mortales y que ya no puede dirigir una empresa tan grande como lo es la iglesia católica. Hay muchos rosarios por bendecir, muchos dogmas que mantener, muchas realidades que condenar, mucho beato que santificar, mucho sacerdote pederasta por cambiar de parroquia antes de que la justicia los alcance". (…) para gobernar la barca de San Pedro y anunciar el Evangelio, es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del espíritu, vigor que, en los últimos meses, ha disminuido en mí de tal forma que he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado".
De manera responsable, Su Santidad acepta que no hay poder humano o divino para continuar con su labor y se hace a un lado para dedicarse a la vida contemplativa. ¡Tan humano, tan divino! Tal vez si usara Revertrex como Amparo Grisales, otro gallo cantaría en esa misa.
Pero este cuento del latín me preocupa. En esta época donde todo se vuelve viral, ya debe haber personajes trinando en esta lengua. Y no hablo del abogado Evelio Daza, que cuando defendía a Diomedes Díaz hacía uso de términos jurídicos en latín - actore non probante, reus absolvitur - para demostrar su cultura y descrestar a los seguidores del ‘Cacique de la Junta’. No. Hablo de un Gregorio Pernía que animus injuriandi se vaya contra Jotamario Valencia. De un Abelardo de la Espriella hablando loberías de clientes como Dania Londoño (Iustitiae debetur quod homo homini sit deus non lupus). De un Gustavo Petro tratando de explicar alguna de sus alcaldadas (ignorantia facti, non iuris excusatur). O de un Álvaro Uribe ‘dolo’rido, justificando fotos de policías asesinados: actus non facit reum nisi mens sit rea. O simplemente Mens rea (mente culpable), que es diferente a Gonos rea ("semilla culpable", si mezclamos el griego y el latín).
Ahora a todos les dará por hablar en latín. Pronto al procurador Alejandro Ordóñez - Iure divino - le dará por dar ruedas de prensa de espalda a los periodistas, que deberán estar arrodillados todo el tiempo. Desde su púlpito - que debería ser pulpito por la cantidad de tentáculos que tiene - condenará a estos y a aquellos, y absolverá a quienes lo reeligieron. La actriz y modelo Amada Rosa Pérez (hoy entregada a la fe y a la Procuraduría) arderá en éxtasis al escucharlo. Como Santa Teresa dirá: "Veíale en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía tener un poco de fuego. Este me parecía meter por el corazón algunas veces, y que me llegaba a las entrañas. Al sacarle, me parecía las llevaba consigo, y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios. El dolor era tan fuerte que me hacía lanzar gemidos, mas esta pena excesiva estaba tan sobrepasada por la dulzura que no deseaba que terminara". Pero lo hará en latín para que no suene tan pornográfico.
Imitarán a Ratzinger en sus palabras mas no en sus acciones. Estos insistirán en atornillarse al poder. Cambiarán la Constitución con tal de quedarse en sus cargos. Recurrirán al clientelismo, a las corbatas, a las promesas de notarías y puestos burocráticos, a las sesiones de medianoche en el Congreso, a sembrar el terror con tal de hacer efectivas sus doctrinas de seguridad... todo para mantenerse donde están (o adonde quieren regresar). Se creen intocables, con poder divino, ‘ublimes’. Nam si violandum est ius, regnandi gratia violandum est. Si hay derecho para violar, violadlo todo por reinar.
Cuándo será que el país, como Benedicto XVI, se mame de todos ellos y les pase la carta de renuncia.
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¿Dónde están esos senadores y congresistas defensores de la moral que salen a cuestionar todo tipo de actos inmorales, pero no se han opuesto a que personajes tan siniestros como Alberto Santofimio Botero sigan cobrando pensiones de 20 millones de pesos? ¿Por qué no promueven una ley que impida a los políticos corruptos y condenados por la justicia mantener estas pensiones?
¿Dónde están Mauricio Lizcano o Luis Emilio Sierra? ¿Acaso tienen rabo de paja?
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