Alvaro Segura


En medio de un gran esfuerzo, pues son innumerables los asuntos polémicos, aberrantes y sin justificación que nos agobian, me aparto esta vez de la escritura ácida y crítica para invitar a los adultos, en especial a los padres de familia, estén o no separados, para que en un fácil ejercicio que estoy casi seguro le resultará sensible a la gran mayoría, les hagan un sencillo homenaje a sus hijos en este mes de la niñez. Les garantizo que por unos minutos tendrán bellos y gratos recuerdos que a veces por la apremiante cotidianidad laboral, del hogar o de los negocios no permiten márgenes de emotividad.
La idea no es mía, pero la comparto, pues nos hizo volver a los inicios cuando trajimos los hijos a este mundo. Del colegio nos pidieron a los padres escribirles una carta. Hagan lo mismo, tengan uno, dos o más, incluso esté en la etapa de la niñez, de la adolescencia o de la juventud. En un muy elemental escrito (no tiene que rimar ni contener frases rebuscadas) recuerden lo que significó la gestación y posterior nacimiento de esa criatura, y lo que desde entonces representó comenzar a vivir la maravilla de ser padres.
Quizás hoy, años después de esa grata vivencia, vuelvan a ustedes momentos tiernos y hermosos, así como otros de enorme dolor y sacrificio por lo que haya representado superar múltiples dificultades cuando se es un padre de familia responsable y amante de hijos que ya han comenzado a trasegar este imparable mundo de cambios, de sorpresas, de alegrías, pero también de amenazas y maldad.
Piensen lo que esa criatura fue en su nacimiento y lo que es hoy producto de su lucha por sacarla adelante, porque tenga lo necesario, porque construya sueños, pero ante todo porque los puedan realizar, con su esfuerzo y ayuda naturalmente. Recordar toda esa fantasía en muy corto tiempo hace que rebrote y se multiplique el amor por los hijos, además que se cotizan sus acciones como padre y madre de familia.
¿Por qué el simple ejercicio? Quizás para muchos que han sido intrépidos, entregados y ejemplares a la causa familiar esta invitación no pase de ser una pequeñez porque ya han superado el umbral de la excelencia. Felicitaciones y que sigan así, pues padres de familia íntegros e ideales tal vez los hay, pero creo que son muy pocos.
Pero el mensaje va dirigido a los que a veces fallamos, a los que tienen otras prioridades por encima de los hijos, a los que olvidan reprenderlos cuando hacen algo indebido, a los que no les importa que sean gente pisoteando a sus compañeros, a los que con regalos buscan suplir sus faltas, a quienes poco o nada les importa lo que hagan o dejen de hacer sus retoños. A ellos es a los que hay que llegarles, moverlos, sensibilizarlos para que reaccionen. Un hijo vale mucho esfuerzo como para dejárselos a los malvados que los involucran en las drogas para mantener su negocio o para que abusen de ellos.
¿Cuántos abuelos o tíos se tuvieron que volver los padres de nietos y sobrinos porque el papá y la mamá están ausentes o se fueron y abandonaron los hijos? ¿Qué triste es ver niños que en vez de estar aprendiendo en colegios o desarrollando su talento artístico o deportivo en una escuela de formación, están en la calle mendigando o trabajando expuestos a todos los peligros y males que existen?
Cuán doloroso es ver permanentemente niños y adolescentes que en el espacio institucional del ICBF por televisión buscan a sus padres o esperan encontrar unos que los acojan. Qué triste es ver cuántos adolescentes y casi niños descarriados terminan asesinando por robar, por una pelea entre barras o porque simplemente otro que no conocen lleva una camiseta de un equipo que no es el de sus preferencias. Cómo se destruye nuestro futuro en parques, calles o fiestas no controladas donde consumen drogas abiertamente y manejan el concepto de que la marihuana no hace daño o que el éxtasis y el poppers son simples estimulantes sin efectos ni consecuencias negativas para la salud.
Siéntese y trate de escribir la carta a su hijo o hija. Si tiene dos pues escriba dos, si tiene tres, como yo, escriba tres cartas. Exprese qué los inspiró a tenerlo, qué soñaron para él o ella cuando nació, deje constancia en esa hoja cuánto lo quiere o la adora, y désela para que la lea y la conserve. Muchos sabrán interpretar a su manera el amor que les expresen. Y cuando enfrente momentos difíciles, vaya y lea la carta que escribió, estoy seguro que le dará ánimos para superar la mayor dificultad, porque eso son los hijos, la vitamina que se necesita para salir adelante, para siempre luchar.
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