Jorge Enrique Pava


A raíz de mi columna del viernes pasado intitulada "La doble moral", el senador Mauricio Lizcano respondió el día domingo, en este mismo diario, en los siguientes términos: "Respuesta a Pava Quiceno, columnista de LA PATRIA: No me extrañan las injurias y calumnias escritas por usted el viernes pasado, especialmente hablando de doble moral, tema de su experticia. Infame sí es que involucre a mi familia y en especial a mi padre, quien desde el secuestro está retirado de toda pretensión política, dedicándose a recuperar el tiempo perdido con su familia en el refugio de la academia. Luego, todo lo escrito en su columna es una completa mentira y le ruego que, cuando actúe como vocero de otros, verifique la información antes de publicarla".
Quiero aclararle al senador Lizcano que, cuando menciono el nombre de su padre dentro de mi escrito, lo hago como punto de referencia y no tratando de involucrarlo en el mundo actual de la política. Lo primero, por respeto a un hombre que, como a millones de colombianos, le ha tocado sufrir las injusticias cometidas por los criminales de las Farc; lo segundo, porque no lo conozco ni me he interesado en profundizar sobre sus actividades en el mundo político y solo tengo como cierto que militó en el conservatismo caldense, al lado y bajo el amparo del entonces senador Ómar Yepes Alzate.
Y por eso me aterra sobremanera que sea el propio senador Lizcano quien le haga una acusación directa a la coalición yepobarquista de estarse "robando" el departamento durante cincuenta años. Y no me aterra por su novedad, o porque nadie antes haya hecho ese tipo de comentarios, acusaciones o apreciaciones; no. Me aterra porque cuando él señala a la coalición mencionada no puede hacer abstracción de la participación de su padre dentro de esa misma colectividad en sus años de actividad política, luego resultaría involucrándolo a él, directa o indirectamente, dentro de los responsables de esos presuntos comportamientos delictuosos. Y eso, por lo menos, me parece contradictorio. ¿Lo estaré calumniando entonces?
Por otro lado, la denuncia que han hecho voces autorizadas, documentadas y directas de que el senador Lizcano acudió a Ómar Yepes Alzate para que le diera el aval a su señor padre para postularlo como candidato a la Gobernación de Caldas, provoca la siguiente inquietud: ¿por qué hoy es malo tener alguna alianza con la coalición que supuestamente se viene robando el departamento, pero no lo fue el buscar el aval político para su padre en uno de sus principales miembros? De ser esto cierto, ¿lo estaré injuriando entonces?
Al senador Lizcano no se le puede olvidar además que su partido ha hecho alianzas anteriores con esta coalición para aspiraciones en gobiernos municipales, alianzas de las cuales ha obtenido réditos y beneficios personales de incalculable valor. Vuelvo a preguntar entonces: ¿hacer alianza con esa coalición es malo hoy, pero no lo ha sido en ocasiones anteriores cuando él ha salido beneficiado? ¿Es esto una mentira total?
Me califica además el senador Lizcano de ser experto en doble moral. Y tiene razón. ¿Cómo no voy a ser experto en ese tema, si llevo años enfrentando a algunos de los protagonistas de esta sociedad mezquina, aleve y traicionera, y peleando de frente contra ellos? ¿Cómo no voy a ser experto, si he sido víctima de esa doble moral que les da reconocimiento y legitimidad a poderosos como el propio Lizcano para que actúen y jueguen a varias bandas? ¿Cómo no voy a ser experto en el tema, si en mi vida profesional he sido una de las víctimas directas de esos comportamientos ambivalentes, rastreros y perversos? Entonces tengo que aceptarlo: sí soy experto en doble moral. Pero no por practicarla, sino por padecerla; no por actuar haciendo uso de ella, sino por tener que estar preparado para defenderme de sus tentáculos.
Al senador Lizcano hay que repetirle que las cosas hoy en política no pueden ser impuestas por la soberbia, la prepotencia ni el autoritarismo. La política hoy es otra cosa, pues el pueblo ya no acepta sumiso las imposiciones, ni está dispuesto a bajar la cerviz en el momento en que lo diga el gamonal. El momento político por el que él está atravesando no es el adecuado para cazar este tipo de peleas de las cuales saldrá indefectiblemente perdedor, pues carece de argumentos distintos a seguir posando de mártir ante una sociedad que conoce ya muy bien cuáles son sus mañas. Esa etapa de su vida política basada en rabietas infantiles ya pasó; hoy tiene que afrontarla en forma diferente.
Y una última apreciación: supongamos que, como él quiere insinuar, yo estuviera actuando como vocero de otros. Por lo menos los escritos son míos, nacen de mi pluma y llevan mi firma. No tengo que acudir a nadie para que me los redacte, ni tengo que contratar quién plasme en unas líneas lo que yo quiero decir. ¡Y eso ya es mucho! ¿Quién es el mentiroso entonces?
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