María Leonor Velásquez Arango


Hoy quiero empezar recogiendo el final de mi anterior columna sobre la historia del duende que propone esconder la felicidad en el interior de los seres humanos, cerca del corazón, para que no la encontremos. Parece que el mejor ejemplo que podríamos tener de esto es el video de TED que ha circulado por estos días en Internet con el testimonio de la que se ha llamado ‘la mujer más fea del mundo’ <http://www.youtube.com/watch?v=c62Aqdlzvqk>, diría que hay que verlo, es una lección de vida profundamente conmovedora. Elizabeth Ann "Lizzie" Velásquez, el apellido es solo coincidencia, aunque me sentiría honrada si tuviera un pariente con el valor de esta texana de 24 años que nació pesando 1,219 Kg, con una rara enfermedad asociada con el envejecimiento prematuro que no le permite superar los 25 Kg de peso; los médicos dijeron que no caminaría, nunca hablaría y que no tenía la más remota posibilidad de tener una vida sana. Ha intentado llevar una vida normal a pesar de tener varios problemas de salud y contra todos los pronósticos hoy asombra al mundo con un discurso motivacional que ‘haría que las piedras lloraran’, se graduó en comunicaciones, está próxima a publicar su tercer libro y está terminando una especialización en inglés.
Quiero retomar algunas de las lecciones que para mí son valiosas de este impresionante y hermoso video. En primer lugar, la ruptura con todos los cánones de belleza de nuestra sociedad occidental, y diría manizaleña, donde muchas veces nos quedamos en las apariencias y nos cuesta aceptar y valorar lo que es imperfecto, lo que es distinto, lo que a primera vista no resplandece. Esta mujer no tiene nada que mostrar físicamente, pero sí una alma llena de amor y coraje que la lleva a desafiar los juicios que otros hacen de su apariencia para demostrar que no es ningún monstruo y que en cambio es un ser lleno de luz, educada por unos papás que probablemente crearon un ambiente de contención y seguridad que la llevan a quererse y luchar por sus metas. Parece que ella también es un testimonio vivo de que los obstáculos solo están en nuestra mente y provienen de los límites que otros, con sus juicios, ponen en nuestro camino, ella parece que los aprovecha como peldaños para avanzar y lograr lo que se propone.
El mensaje de fondo que se repite a lo largo de su discurso es que lo que nos define no está en el espejo en el que nos miramos cada día, ni en lo que otros piensan o dicen de nosotros, está dentro de cada uno, ella pregunta una y otra vez ‘¿Qué te define a ti?’, podemos elegir en ser lo que otros piensan de nosotros o ser lo que nosotros queremos. Cuáles son los ingredientes que hay en el interior de esta mujer que se para frente al mundo para decir que tiene una enfermedad que le genera tantas limitaciones desde el punto de vista físico, pero que le da la posibilidad de mostrar caminos diferentes a quienes se creen o nos hemos creído en algún momento el cuento de que ‘no somos capaces’ o ‘no podemos’ o ‘no somos lo suficientemente bellos, buenos, inteligentes, fuertes, etc…’.
Me parece que este testimonio debe ser una invitación a pensar en el papel que juega el amor en el proceso de aprendizaje a lo largo de la vida. Un niño con hambre no aprende, pero un niño sin amor no sobrevive. Los problemas de desnutrición generan consecuencias inmediatas en la salud del niño, pero los temas de afecto tienen consecuencias, positivas o negativas, a lo largo de toda la vida. Salir adelante y lograr metas no solo tiene que ver con estudiar y ‘comer libro’, tiene que ver con estar sanos de mente y de espíritu y esto es un tema que necesita del concurso tanto de la escuela o colegio como de la familia. Una sociedad mejor necesita seres con conocimiento académico, con posgrados y doctorados, pero sobre todo personas que reconocen y valoran lo que son y lo que pueden lograr, que convierten los obstáculos en oportunidades y se miran a sí mismos con los ojos del amor.
Gratitud es la palabra que me aparece ante esta experiencia de vida, en primer lugar por lo que soy y las posibilidades que he tenido, en segundo lugar por sentir que siempre, no importa lo difícil que sean las circunstancias externas, lo que realmente tiene valor es lo que tenemos dentro de nosotros; lo que hay afuera es demasiado vulnerable, un día se tiene y al día siguiente desaparece. Sería bueno que, como sociedad, fuéramos capaces de empezar a reconocer el valor y la belleza en lo que está más allá de las apariencias. El otro día veía un video de un señor que hace maniquíes con figuras que tienen algún tipo de limitación física <http://www.youtube.com/watch?v=PIpW2zOKH3I&feature=youtu.be>; es decir que hace maniquíes para personas normales, porque usted y yo y probablemente la mayoría de las personas o todos, tenemos imperfecciones de alguna clase que nos hacen únicos y diferentes. El duende de la historia de Jorge Bucay dice que la felicidad está en nuestro interior; Lizzie Velásquez dice que lo que nos define no nos mira cada día al espejo, se encuentra escondido en nuestro interior y es realmente lo que debemos entregar a nuestros semejantes para hacerles ver lo que realmente somos y valemos. Empecemos por creer en nosotros para que otros también puedan creer.
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