Luis F. Gómez


Entre las imágenes del incienso, oro y mirra que los Reyes Magos le llevaron al Niño Jesús, también podríamos pedir para nuestro país ciertos regalitos: Una dosis de reconciliación, una mayor fe en Dios y una mayor coherencia de vida entre nuestros principios y nuestro actuar.
La reconciliación nacional será bastante complicada. Quedé sorprendido con la actitud de los ganaderos del país organizados bajo el paraguas de Fedegan, por su negativa a participar en un foro abierto, pluralista y que buscaba fundamentalmente que los colombianos y colombianas preocupados con el tema agrario nos pudiéramos oír unos otros. Era un profundo ejercicio de ciudadanía y de responsabilidad con el Proceso de Paz, pues los materiales se sistematizan y pasan a la mesa de negociación. Esta es una pequeña muestra, pero muy clara, de las trabazones de corazón que tenemos y que seguramente generarán muchos desgastes a la hora de poder concretar nuevas fórmulas de convivencia nacional. Pues bien, los ganaderos no estuvieron y prefirieron pagar una página en El Tiempo para expresar sus ideas. Qué pesar. Pero es un semáforo en amarillo, que nos recuerda que falta mucho en la preparación de la nación para una reconciliación.
En segunda instancia, en este año de la fe que fue lanzado a finales del año pasado por el papa Benedicto XVI, es fundamental que encontremos nuevos pozos para abrevar nuestra apertura a la trascendencia. Y esto es definitivo. Hay una sed de sentido para nuestras vidas muy grande. Y Dios nos puede ayudar mucho en ello. No podemos permitir que una especie de ateísmo práctico siga carcomiendo nuestras sociedades. Una profunda renovación espiritual en nuestras existencias puede hacer que volvamos a reverdecer, a dar frutos de amor. Que podamos de corazón reconciliarnos con nosotros mismos, con los que nos rodean, con nuestro planeta tierra, y con Dios. Démonos la oportunidad de profundizar en nuestra fe en este año.
Finalmente, tenemos que ganar en coherencia de vida. No podemos seguir hablando del bien común, de Dios, de honestidad, si con nuestros actos seguimos cultivando directa o indirectamente la injusticia, la mentira, la corrupción. No es tolerable que mantengamos esa escisión de vida donde nuestro discurso y supuestos valores van por un lado y, por otro, muy distinto va nuestra vida, nuestro actuar común y corriente. Hay que hacer un alto en el camino que permita afinar mucho más nuestro actuar con nuestros valores. Tenemos que ganar mucho en coherencia.
Estos tres regalos serían muy provechosos para nuestro país: reconciliación, fe y coherencia. Que no seamos inferiores y que realmente lleguemos a merecerlos.
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Otro regalito que podríamos recibir los caldenses, ya no de los Reyes Magos, sino de la autoridad, es la confirmación de la elección del señor gobernador, Guido Echeverri, que en una reciente encuesta apareció, en el concierto nacional, como uno de los gobernadores más apreciados por los ciudadanos. Pues bien, su elección está pendiendo de una sentencia sobre inhabilidades que habría tenido por una coincidencia del ejercicio efímero de su esposa de un cargo de autoridad en el municipio antes de un año de las elecciones. La verdad es que dicha situación en nada influyó en el resultado electoral. Esperemos que por una cuestión formal no se caiga la decisión de los electores y no haya que hacer nuevas elecciones para que lo que resta del período. Vamos a ver si los jueces son respetuosos de los procesos electorales y no de los formalismos.
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