Luis F. Molina


Hasta la entrega anterior, hablábamos de la forma en la cual el presidente del entonces Zaire (hoy República Democrática del Congo), Mobutu Sese Seko, logró obtener una interesante alianza militar con Estados Unidos durante la guerra fría. Sin embargo, una vez destruida la cortina de hierro, caído el Muro de Berlín y con la Perestroika en boca de todos, Estados Unidos dejó en el olvido a Zaire y a su controversial líder. Ya no era el satélite capitalista que ese país necesitaba en África para contrarrestar el pensamiento soviético.
Desde el inicio de la década de 1990 se gestaron dentro de Zaire varios movimientos que buscaban y exigían reformas constitucionales, pues la forma de gobierno de Sese Seko no llenaba ninguna de sus expectativas. El presidente accedió a las demandas, pero en realidad su contenido no logró ningún cambio importante dentro de la realidad de ese país.
Lo más delicado ocurrió entre 1994 y 1996 cuando de Ruanda y otras naciones vecinas comenzaron a llegar diferentes etnias a Zaire que generaron un encontrón entre las poblaciones Hutu y Tutsi. Todo se debe a que durante la Guerra Civil de Ruanda, varios militares Hutus huyeron hacia Zaire. Incluso, usaron el territorio ajeno como base de ataque.
Los locales, Tutsis, encuentran en la llegada de los Hutus el punto de quiebre para terminar con el gobierno de Sese Seko. Una alianza militar entre Uganda y Ruanda nació y sirvió para derrocar del poder a Mobutu Sese Seko. El líder militar de la coalición, Laurent Desiré Kabila, quien no tenía ninguna ascendencia Hutu ni Tutsi, se nombró automáticamente presidente en 1997. Sese Seko reportó desde su exilio que sufría cáncer, el cual terminó por matarlo.
De las primeras maniobras políticas que realizó Kabila en el poder fue el cambio del nombre del país. Nuevamente el término Congo aparece y Zaire da la vuelta a llamarse República Democrática del Congo (RDC). Kabila les pidió a los grupos militares de otros países asentados en RDC que volvieran a sus territorios de origen. Sin embargo, estos se sintieron traicionados por Laurent Desiré Kabila, puesto que no correspondió a la ayuda que recibió cuando subió al poder.
La segunda Guerra Civil comenzó una vez Uganda, Ruanda y Burundi decidieron invadir la República Democrática del Congo en venganza por la supuesta traición de Kabila. Angola, Zimbabue y Namibia respaldaron a Kabila en un conflicto que se tornó peor de lo pensado. Sin embargo, su apoyo no era gratuito. La RDC es una nación rica en diamantes y minerales y varios de los que peleaban en tierras congoleses iban por algo más que una solución militar al conflicto.
Luego de una intervención de las Fuerzas de Paz de la ONU en la región, se firma el Acuerdo de Lusaka que obliga la salida de tropas extranjeras de la República Democrática del Congo.
La situación se agudizó aún más cuando Laurent Kabila fue asesinado en el 2001. Sin embargo, su sucesor inmediato fue su propio hijo, Joseph Kabila. Bajo su mandato se inició un proceso de paz conocido como “Diálogo Nacional Intercongolés”. La idea del mismo era el poder compartido entre Kabila y otros rebeldes. Así se mantuvo el ambiente político hasta que en el 2006 se celebraron las primeras elecciones multipartidistas en ese país. Sin embargo, las tensiones se derivaron en batallas campales entre los seguidores de los dos candidatos con mayor votación, entre ellos Joseph Kabila.
Joseph Kabila triunfó en las urnas y juró oficio en 2006. El candidato perdedor Laurent Nkunda protestó y formó una rebelión en contra del gobierno Kabila. El incidente no pasó a mayores y Nkunda, como la mayoría de voces de oposición, fue arrestado.
Finaliza la próxima semana, con el saldo de todos estos episodios.
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