Fraile


Estimado Juan José
Te transcribo la siguiente misiva que me fue enviada por un aficionado a los toros quien quizás equivocadamente pensó que yo podría, de alguna manera, hacer eco de la misma ante gentes que hoy, para estar a la moda, debaten el tema de la permanencia de la Fiesta Brava en el tiempo y el espacio. Quizá tú, que llevas una vida mediática y mundana, que socializas más, que te mueves como pez en el agua en las más altas esferas de nuestra sociedad, puedas ayudar a mi amigo a dar a conocer sus puntos de vista.
Prohibido Prohibir. Esta frase acuñada durante las protestas estudiantiles en París, conocidas como Mayo del 68 o el Mayo francés es la que hoy invocamos los defensores de la Fiesta Brava frente a las posiciones inquisitoriales de algunos enemigos de la tolerancia, de la comprensión y del respeto por los derechos ajenos, especialmente los de las minorías.
Como los jóvenes liderados por Eric "El Rojo" no necesitamos que nadie nos salve, a través de las prohibiciones, de lo que somos, de lo que pensamos y sentimos y de lo que queremos seguir siendo mientras la razón nos acompañe, pues no reconocemos a nadie, por notable, inteligente, preparado o nigromante que sea, o se crea, como capaz de abrogarse el derecho de pensar y de decidir por nosotros. Mil gracias, pero no, no nos hagan el mal suponiendo engreídamente que nos están haciendo un bien. Ni nosotros ni la salud conceptual de la sociedad colombiana lo necesita.
Y desde otra perspectiva, no es para nada coincidencial que la revuelta francesa tuviese como uno de sus objetivos protestar contra la influencia que la cultura anglosajona, plástica y artificial, pretendía detentar en la vida francesa y el hecho que la guerra que se le ha declarado al espectáculo taurino provenga también de la influencia de la propuesta de vida anglosajona, maneras estas que quisieron imponerse en el primer mundo y que luego han venido arrinconando, en los países tercermundistas, sus tradiciones culturales.
Bien distinto ocurre en otras latitudes en donde las manifestaciones seculares se honran y la sociedad hace ingentes esfuerzos por conservarlas con las formas más auténticas posibles. Bien sabemos que el que hoy llamaremos "el caso de Barcelona" no es otra cosa que el fruto de la actitud catalana de quererse apartar de todo lo que huela a España, porque de no ser así también hubiesen prohibido el Bous al Carrer, clásica manifestación del juego con reses bravas, 'corridas' de las cuales se dan más de doscientas al año en dicha zona geográfica española y en las que el animal sufre bastante más que en una corrida de toros tradicional. En la actualidad estamos viendo como hoy en España, después de ese brote de insurgencia catalana, la Fiesta Brava está siendo arropada en todas las comunidades autonómicas, así como por el gobierno central, pues el NO a los toros no era una posición ni verde, ni mucho menos animalista, sino un reto al sistema político español, para el cual se usaron las corridas como excusa buscando encubrir las reales intenciones separatistas. De igual manera en Francia se ha reconocido la Fiesta Brava como patrimonio cultural inmaterial en la zona del país en la cual se practica, o sea en el sur. De hecho los franceses tienen otros espectáculos con toros y vacas de casta que son regulados por normas de carácter nacional, dictadas por los órganos legislativos del país galo.
Como ves, mi querido Juan José, si no fuese por la nefasta influencia anglosajona la Fiesta Brava nacional no estaría amenazada por algunos especímenes sociales por demás intolerantes y extranjerizantes.
Recibe un abrazo de tu amigo. El Fraile.
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