Cristóbal Trujillo Ramírez


Para quienes nos movemos en el sector educativo y, especialmente, para los que tenemos la oportunidad de vivir el día a día de la escuela, es clara la repercusión que sobre los aprendizajes y los desempeños académicos, tienen las condiciones socioeconómicas y culturales de los estudiantes, lo que ha sido reconocido por la OCDE; no obstante, persisten algunos en manifestar que no es evidente y clara la incidencia de estos fenómenos en los ritmos de aprendizaje y desempeño de los estudiantes, apegados, simplemente, a anécdotas de grandes hombres que con muy poco han hecho mucho, es decir, personajes ilustres de la historia nacional y mundial, quienes dotados de escasas frazadas calentaron sus nidos con el sacrificio suficiente para acariciar el éxito; estas memorables páginas de la historia son ciertas, como también lo son aquéllas que narran la cantidad de vidas que se han desperdiciado en medio de la opulencia y de la generosidad de sus condiciones. Sin embargo, es verdad que cotidianamente, la escuela pública nos permite vivir situaciones que dejan clara la inmensa problemática sicosocioeconómica de nuestros estudiantes; trabajamos con niños que no pueden ir a estudiar todos los días, porque en casa no hay para el transporte diario; hermanitos que se turnan para ir a la escuela, sencillamente porque no hay en casa el transporte para ambos; niños que asisten a la escuela solo en búsqueda del restaurante escolar; niños que con solo 10 años ya están abandonados al infierno de las drogas, porque no hay en casa el tutelaje que los acompañe y es, precisamente por eso, que han quedado sin afecto ni protección; ni qué decir de aquéllos que no asisten a la escuela, ya que son ellos quienes deben proveer en casa lo necesario para su sustento, y estudiar se convierte en una pésima alternativa porque "perderían plata".
Karen (nombre ficticio) es una niña de transición de 5 años; cierto día ingresó al restaurante escolar a almorzar y cuando habían transcurrido un par de minutos, fue sorprendida por el profesor encargado de acompañar los niños en el almuerzo; la tomó del brazo y se dirigió con ella a la rectoría; señor rector: "¿Qué tal este pite con esos alcances?; ¿qué pasó profe?: Se hizo pasar por otra compañerita para usurparle el almuerzo y cuando la otra niña llegó a almorzar, nos dimos cuenta del engaño, eso es una suplantación… Profe: ¡Eso es hambre!"…
Solo es una anécdota real que muestra los grandes niveles de vulnerabilidad en los que se encuentran los niños y jóvenes en edad escolar de los colegios públicos de Colombia; las deficiencias en la atención se presentan en lo nutricional, en lo psíquico, en lo físico, en lo emocional y, ni qué decir en las trascendentales dimensiones del afecto y del amor; y esto a pesar de que el gobierno nacional ha adoptado un programa de atención integral a la primera infancia, que desde las altas esferas nacionales, es presentado como un ejercicio de resultados significativos.
Veamos tres citas textuales de estudios investigativos que se han llevado a cabo en Colombia y en el mundo sobre la influencia de la poca o mala alimentación de los estudiantes en sus niveles del aprendizaje:
"El asunto se torna aún más delicado toda vez que, de acuerdo con un documento del Banco Mundial escrito por el médico Reynaldo Martorel, los efectos de la desnutrición en la primera infancia (0 a 8 años) pueden ser devastadores y duraderos. Además, ésta impide el desarrollo conductual y cognoscitivo y afecta el rendimiento escolar y la salud reproductiva, debilitando así, la futura productividad en el trabajo".
"Esta situación -añade Jiménez- es una de las mayores causas de ausentismo escolar. De ahí que el efecto de la desnutrición en el desarrollo de Colombia sea tan delicado. En el país, por ejemplo, -dice Villamarín Abril- cerca del 45 por ciento de los menores está en riesgo de desnutrición, mientras que el 35 por ciento presenta insuficiencia de hierro en la sangre y otro 25, de vitamina A".
"El desayuno es clave. En general -según explica la experta del ICBF- la nutrición infantil inadecuada trae efectos negativos como menor capacidad intelectual, menor masa muscular, menor capacidad de trabajo físico y mayor vulnerabilidad ante las condiciones ambientales adversas. Ello incide -agrega- en una disminución de las posibilidades de desarrollo político, social y económico de la persona".
Paradójicamente, transcurridas 8 semanas del calendario académico aún no empieza el restaurante escolar para los niños de Manizales, y en el Departamento de Caldas disminuyeron significativamente los cupos. ¿qué tal que la educación y los niños no fueran una prioridad en la agenda pública?...
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