José Jaramillo


La exreina nacional de la belleza, la chocoana Vanessa Mendoza, exitosa modelo en Méjico y los Estados Unidos, novia, además, de un rico empresario, nunca ha olvidado sus raíces y se ha preocupado por dotar a su pueblo, un pequeño caserío rodeado de caños, de elementos que en algo mitiguen la pobreza. Entre otras cosas, gracias a los aportes que consiguió con las empresas con las cuales trabaja y con recursos propios, construyó un colegio para 500 niños, bajo esta premisa: un pueblo educado no se deja robar. Dijo esto porque últimamente ha tenido que venirse a traer los auxilios y a entregarlos personalmente, porque cuando los enviaba se quedaban con ellos los corruptos.
Este ejemplo permite pensar que los empresarios de la politiquería tienen que estar muy preocupados con la posibilidad de que la educación, el emprendimiento, la creatividad y la tecnología para el trabajo prosperen, porque les quita las "materias primas" de sus organizaciones clientelistas, que son la ignorancia y la pobreza. A la gente, según ellos, hay que darle tejas, ladrillos, pagarles facturas de servicios atrasadas, patrocinarles invasiones, colocarla en la burocracia y emborracharla en vísperas de elecciones, para mantenerla aferrada a sus apetitos electorales. Y los burócratas deben cotizarles a los directorios una parte de sus salarios, "voluntariamente", so pena de perder los puestos.
A los muchachos hay que educarlos, formarlos, prepararlos, para que no tengan que salir de la universidad, soplándole la tinta fresca al diploma, a buscar un político, a través de un pariente o amigo vinculado con él, para que les ayude a conseguir un puesto público o un contrato, con lo cual están comprometiendo su futuro y poniéndose ellos mismos los grilletes de la esclavitud. Con la condición de que, de todo peso que se gane el empleado o contratista, le tiene que participar con un porcentaje al "padrino".
Por fortuna la empresa privada, que fue marginada de la administración pública cuando se produjo el "relevo generacional", como eufemísticamente se llamó la aparición del clientelismo, está seriamente interesada en invertir en educación, a través de fundaciones y donaciones, no solamente para quitarle recursos a la corrupción por la exoneración de impuestos, sino para minimizar el poder político, cuando la gente adquiera independencia por la educación, se cotice laboralmente para el servicio público y obre con criterio e independencia.
A esto último apuntaba el gobierno de Guido Echeverri Piedrahíta, un estadista con visión de futuro por la educación, que se malogró en el crematorio del leguleyismo, lo que le hace mucho daño a la orientación que se le estaba dando al departamento de Caldas, y no a él, como creen los enanos que promovieron la revocatoria de su mandato, porque Guido salió en hombros por la puerta grande; y lo reclaman la academia y otras instancias gubernamentales, que son conscientes de que el sistema se cambia cambiándole la mentalidad a la gente. Es decir, educándola para la verdadera independencia.
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