José Jaramillo


La idea generalizada es que la educación es la prioridad. Pero educación de verdad, no de fachada. Me explico: No es cuestión de otorgarles títulos a las personas, para que consigan empleo a la sombra de un político. La Ley 80, de contratación, señala una cantidad de requisitos académicos, para que una persona pueda acceder a un cargo público o a contratar con el Estado. De nada valen la experiencia y las habilidades. Si no hay cartón, no hay puesto ni contrato. Pero como "hecha la ley hecha la trampa", aparecieron como por ensalmo las universidades de garaje, para otorgar títulos a destajo, con tal de que el alumno pague matrículas y pensiones. Esa es la razón por la cual ocupan cargos públicos, o curules parlamentarias, unos personajes "químicamente" brutos, cuya actividad se reduce a hacerle mandados al político que los patrocinó, conseguirle votos y meter por él las manos en el erario.
Otro caso es el de los docentes, que con precarios conocimientos, pero ampliamente respaldados con cartones y, por supuesto, bien apadrinados, reciben el delicado encargo de educar a niños y jóvenes. Los resultados se ven en la medición que hacen organismos internacionales de la calidad de la educación, en la que Colombia sale muy mal librada.
Hay cosas en las que no tiene por qué intervenir la política; y una de ellas, tal vez la más sensible, es la educación. Pero como la fronda burocrática es inmensa y el presupuesto cuantioso, esa torta es muy apetecida. El cínico e influyente senador (de cuyo nombre es mejor no acordarse), a los gobernadores y alcaldes que ayudaba a nombrar o elegir, en la repartición burocrática, les exigía: A mí déjeme Hacienda, Obras Públicas y Educación, y con lo demás haga lo que quiera. Y agregaba: La cultura no da votos.
Por fortuna hay una tendencia muy positiva hacia el mejoramiento e incremento de la educación de calidad, propósito en el que existen alianzas entre el gobierno, el sector privado y organismos multinacionales, que auguran buenos resultados, para formar en valores ciudadanos (civismo) y capacitar la gente que el sector productivo necesita. Y cubrir con desarrollo físico y educacional los espacios que se le arrebaten a la violencia.
Ajeno como es este columnista a mencionar nombres propios, vale la pena hacer una excepción y destacar lo que han hecho por impulsar y mejorar la educación varios gobernadores de Antioquia, entre ellos el actual, Sergio Fajardo, que le permite a ese departamento proclamarse como "el más educado". Y el rumbo que ha retomado el Sena, que le señaló su fundador, el doctor Rodolfo Martínez Tono, director de la entidad por más de veinte años, que después de caer en manos politiqueras con Gina Parody vuelve por sus fueros, para formar gente que le sirva al desarrollo económico en forma práctica. Por ahí es la cosa.
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