Mario César Otálvaro


Mario César Otálvaro
LA PATRIA | Bogotá
Nadie puede garantizar el éxito de un entrenador por más charreteras que tenga, pero una buena escogencia acorta el margen de error, hace confortable el nuevo proyecto, y al menos de entrada genera un ambiente de solidaridad favorable para la institución.
El nombramiento de Flavio Torres para el Once Caldas encaja dentro de esas opciones, afirmando que hicieron la mejor elección, que el equipo queda en manos responsables, y que sin duda, trajeron al técnico colombiano de mayor proyección, con brillante presente.
Su labor con el Pasto fue admirable porque le tocó sortear circunstancias atípicas, desde el desmantelamiento de plantilla por venta de jugadores, sin que se los remplazaran, hasta paros y huelgas por falta de pago, con una directiva incumplida y poco seria.
Aun así, fue protagonista, al Pasto siempre se le vio cuerpo, moviéndose dentro de varios módulos tácticos con propiedad, indicativo claro de que había repeticiones, que son las que realzan en el campo la verdadera labor de los orientadores.
Flavio Torres ha evidenciado que lo importante es jugar bajo ciertos criterios de orden, con jugadores en nivel competitivo, atléticamente aptos, llenos de motivación, y sobre un condicionamiento táctico acorde con las virtudes propias, y a las exigencias del rival.
Considero que parte del éxito de Juan Carlos Osorio es la forma en que optimiza el rendimiento individual, encontrando respuestas afortunadas hasta en el último suplente, por lo que las odiosas rotaciones con ese plantel de lujo le terminan dando resultado, aparte de que lo sustenta sobre un trabajo físico impecable.
Flavio se le asemeja. El mismo Once Caldas le sustrajo sus figuras para el primer semestre, y los sustitutos fueron tan valiosos como los que se fueron, con el agravante de que al cambiar de club, los primeros concluyeron en nada como sucedió con Carlos Giraldo, Edwards Jiménez, ‘Alcatraz’ García y Ómar Rodríguez.
Y lo curioso es que para el segundo campeonato le aplicaron nuevamente la dosis, y fue ahí cuando ´potenció’ a Marlon Piedrahíta, John Jairo Montaño, o Julián Lalinde, para citar solo tres, haciendo una maravillosa campaña con argumentación y contenido.
Por eso su llegada al Once Caldas se acomoda, no solo dentro del presupuesto destinado para ese cargo, sino para sus necesidades, porque han dicho que no habrá inversiones altas, y a sabiendas de las limitantes de una nómina corta debilitada por las flojas contrataciones y el mal uso de la materia prima.
En fútbol cualquier cosa puede ocurrir, pero la vinculación de Flavio Torres, de quien se recuerda su tránsito como volante de marca por el Cristal Caldas del 90 que hizo una gran temporada con Moisés Pachón como técnico, es un acierto, y hay que aplaudírsela al mayor accionista que escuchó el clamor popular.
De los candidatos referidos era el preferido, y aunque crear consenso es complicado, el grado de aceptación que despierta este nombre, brinda elementos para plantear un modelo de empresa que aproveche los recursos y el respaldo estructural que lo cobija.
Chévere por la hinchada, por la Corporación, por la directiva, por Jaime Pineda, a quienes no sobra decirles que un empujoncito con dos o tres refuerzos bien seleccionados caería de perlas, en lo que debe ser el comienzo de recuperación del club tras un año con más amarguras que satisfacciones.
P.D. A la par con esos aires positivos de renovación, me voy pensando cómo diablos hace uno para rechazar una oferta de 45 millones de pesos mensuales en Manizales… Cuántos de nosotros que llevamos tanto tiempo por fuera quisiéramos volver a ese paraíso terrenal, y estoy seguro, por muchísimo menos.
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