Leonardo Pineda


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¡Me gustan las películas de zombis! Lo confieso sin vergüenza alguna, siempre me han generado una mezcla de reacciones entre la risa por lo absurdo y el temor por lo grotesco. Mi primera de zombis fue El regreso de los muertos vivientes (1985), dirigida por Dan O'Bannon, que a pesar de no tratarse de una joya del séptimo arte sí tuvo un gran recaudo de taquilla. Es que en esa época uno no se fijaba mucho en los efectos, malísimos, por cierto, sino que se metía de lleno en el cuento híbrido entre comedia y terror. Esos zombis de los 80 eran lentos, gemían y no era que asustaran mucho si no te preocupaba perder el cerebro, pero luego vinieron unos zombis rápidos y mucho más aterradores como los de Resident Evil (2002) y 28 días después o Exterminio (2002), que sí ofrecían una nueva experiencia de terror en el tema de los muertos vivientes. Así pues, han quedado atrás los zombis que arrastraban los pies y se han transformado en monstruos terribles y asesinos sin piedad. Sin embargo siguen fascinando a los directores y hasta en España han hecho sus REC, muy aceptables en el género.
Pero encontrarse con la propuesta de Paranorman (2012) filmada con la técnica stop-motion (filmación cuadro a cuadro con figuras escualizables, por lo general de materiales similares a la plastilina) y en 3D ha sido una verdadera novedad. Uno de los directores, Sam Fell, ha sido actor de voces y conoce muy bien el mundo de la animación, por lo que ofrece una experiencia maravillosa en este cuento de videntes, zombis y fantasmas en un pequeño pueblo que carga con una maldición. No vale la pena contar más de la película, simplemente diré que es una historia divertida, aterradora y magníficamente filmada. A parte de ello está muy bien escrita, dejando un hermoso mensaje acerca de nuestro temor a lo que consideramos diferente. Ya en cuanto a la edad recomendada, me parece que los siete años es muy poco, pues hay momentos verdaderamente inquietantes para los pequeños, por ejemplo a Ángeles (mi sobrina de 13) y a mí nos hizo saltar de la butaca en varias ocasiones. No quisiera estar en los zapatos de los papás de unos pequeñines que, sin dudarlo, esa noche no durmieron nada.
Me llama la atención que en los próximos estrenos también tengamos temas de miedo- comedia para los niños y en 3D como Hotel Transilvania y Frankenweenie (que ya había hecho su aparición en un corto en 1984), cintas que prometen divertir a niños y adultos con esa técnica cada vez más perfeccionada de la tercera dimensión que hace de la experiencia del cine un evento fascinante. Con todas estas historias tenebrosas tan bien contadas para el público infantil, tan mágicas y con moralejas, me pregunto entonces ¿de qué se van a asustar los niños en el futuro?
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