La definición en pocos días de trascendentales proyectos de desarrollo que tienen que ver con Manizales y Caldas y cuyo impacto en beneficios es regional y nacional, nos obliga a prepararnos de la mejor manera para saber reorientar nuestros propósitos, establecer su verdadero alcance y sacarle el mejor provecho a tantas oportunidades que con seguridad tendremos, sin desconocer, además, que alrededor de los mismos hay amenazas que también hay que tratar de sortear de la mejor manera.

Miremos no más. Esta semana se hará público, con valoraciones y alternativas de solución, el resultado del estudio técnico que se le hizo a la incipiente construcción del Aeropuerto del Café a raíz de los problemas de desestabilización surgidos en dos terraplenes, de la falta de un plan financiero que permita establecer cuál es costo total aproximado de Aerocafé y de la idea de girar algunos grados el trazado de la pista.

Muy pronto (eso lo esperamos) debe arrancar la construcción de algún nuevo tramo de doble calzada entre la Estación Uribe y Potro Rojo, que marca el preámbulo de la nueva carretera Manizales-Mariquita, que a su vez es un proyecto que plantea tres alternativas de trazado para mejorar la comunicación terrestre de esta región con Bogotá, reduciendo el tiempo del recorrido hasta el municipio tolimense en unas dos horas.

En el Concejo de Manizales comenzó a analizarse el Plan de Ordenamiento Territorial (POT), iniciativa de obligatoria realización que define los lineamientos y las alternativas de proyección de la ciudad a 12 años desde distintas dimensiones, lo que supone unas líneas básicas de trabajo desde lo social, lo ambiental, el desarrollo físico, la planeación, la gestión del riesgo y la financiación.

La renovación urbana de San José es otra fundamental iniciativa de ciudad pues se trata de la transformación de un sector deprimido y densamente poblado por familias de escasos recursos que esperan mejoras sustanciales de sus entornos habitacionales, laborales y sociales, afectados por falta de inversión, ausencia del Estado y fallas desde la Alcaldía. Allí se inició un proceso que no obstante ha resultado traumático y perjudicial para una amplia mayoría de los habitantes de esa comuna.

No menos importante es el proyecto de integración regional de la zona centro sur de Caldas en el cual están vinculados Manizales, Villamaría, Chinchiná, Palestina y Neira a través del cual se busca, a partir de una figura específica avalada por el Estado, hacer una alianza que represente beneficios para los municipios comprometidos. A eso hay que caminarle rápido, pues ya casi se cumple año y medio de las actuales administraciones y es urgente establecer el mecanismo sobre el cual van a caminar unidas, respetando sus autonomías, la capital caldense y las cuatro poblaciones.

Cómo no mencionar también en este listado de acciones la Cuenca del Río Chinchiná, pues se trata del área que provee el agua para cerca 600 mil personas de Caldas, y un espacio fundamental de conservación y protección ambiental que se ha venido deteriorando por múltiples factores, uno de ellos y quizás el más delicado el que tiene que ver con la explotación agropecuaria sin medir las consecuencias de dicha actividad.

La educación se convierte en otra prioridad ineludible, más cuando se tiene de por medio un mandato ciudadano expresado en las urnas mediante el voto por la educación para que el gobierno municipal se ocupe de garantizar oportunidades para todos potenciando el conocimiento a partir de la articulación de todos los niveles de aprendizaje.

Naturalmente hay otros puntos que también son vitales dentro de la estructura administrativa de una capital como Manizales que aunque no los mencione aquí no dejan de ser clave en el desarrollo de la ciudad y de la región y tienen que ver con políticas de competitividad, de generación de empleo, de desarrollo sostenible, de inclusión social, de participación ciudadana, de protección ambiental, de seguridad y de movilidad.

Por fortuna en buena hora llegó un elemento importantísimo que permite medir la percepción ciudadana acerca de la realidad que se vive en la ciudad. Manizales cómo vamos es una apuesta de estudio e investigación de la realidad de la gente en cuanto al desempeño administrativo en todas las áreas.

Con base en esos resultados y en los proyectos que son el soporte presente y futuro de nuestro desarrollo es que podremos descifrar caminos y, haciéndonos partícipes, saber si vamos por el sendero correcto. Pero hay que participar, no podemos seguir siendo actores pasivos de una realidad que nos marca el rumbo y el de nuestros descendientes.

Entonces, ¿cree que lo mejor es seguir apuntándole a una pista de 3.200 o 2.600 metros en Aerocafé, o comenzar con una de 1.800 metros, pero garantizando un aeropuerto con operación nocturna? ¿Cómo será la doble calzada que atravesará la ciudad de oriente a occidente por el extremo sur? ¿Llegó la hora de avanzar en la necesaria integración de nuestras poblaciones con tantos elementos en común, pero tan distantes por intereses políticos? ¿Cómo buscar la protección, pero sobre todo la recuperación de amplias zonas de la Cuenca del Río Chinchiná, deterioradas por usos que ponen en riesgo el suministro de agua para poco más de medio millón de habitantes?

Todo esto impactará en la realidad presente y futura de nuestra región, pero si no opinamos, si no exigimos, si no participamos y si no nos interesamos, las decisiones de 20, 30 o 50 personas con intereses generales, pero también particulares y políticos, definirán el camino de toda una comunidad que históricamente se ha quejado de tantas cosas que ha hecho su dirigencia, pero sin hacer mucho por cambiar esa realidad. No olvide, de usted depende la respuesta a la pregunta: ¿para dónde vamos?