Es triste tener que tocar el tema del TIM nuevamente pero la indolencia, la falta de sentido de pertenencia y la irresponsabilidad de la administración Rojas parece no tener límites.

En este espacio advertimos cómo nos estábamos arriesgando a perder inmensas fortunas por falta de una voluntad conciliatoria del alcalde. Comentamos sobre la demanda que se nos puede venir por el incumplimiento con la firma que implementó la plataforma tecnológica (PIN) para el sistema estratégico de transporte, la cual llegaría a ser superior a sesenta mil millones de pesos; y, adicionalmente, el atraso al que nos hemos visto sometidos por falta de poner en marcha en la ciudad un sistema de movilidad que está totalmente estudiado, formulado y listo para operar, pero que le ha faltado la anuencia del alcalde quien parece obedecer a intereses diferentes de los públicamente aceptados en el momento de asumir el cargo.

Y hoy se materializa una nueva demanda, esta vez interpuesta por Susuerte. Con unas pretensiones por $28.385 millones adicionales a los anteriormente citados, al paso que vamos, en muy poco tiempo estaremos perdiendo cerca de cien mil millones de pesos en demandas y en detrimento de equipos instalados, desmontados o archivados por la propia Administración municipal.

Pero hay que ir más allá: las evidencias documentales demuestran que tanto a Susuerte como al PIN les ha faltado un interlocutor serio que sea consciente de que este es un tema de negocios y que ninguna empresa está dispuesta a perder sus inversiones por la soberbia de un alcalde. Es lastimoso aceptarlo, pero la credibilidad del gerente de esta ciudad está por el suelo; y muy a pesar de las expresiones de voluntad de conciliación de los contratistas -que en este caso tienden a convertirse en demandantes-, ha existido un peligroso silencio en la alcaldía que se traduce en demandas judiciales, las cuales terminarán convertidas en pesos que tendrán que salir de los bolsillos de todos los manizaleños. ¡No es justo!

Y como no ha de faltar quien, a nombre del alcalde, pretenda descalificar estas aseveraciones, voy a poner un solo ejemplo: el 31 de enero del presente año, el gerente general de Susuerte le envía una comunicación al alcalde Rojas en la cual le hace una descripción cronológica de su relación contractual soportada en el Contrato de Concesión No. 012 2009; resume los inconvenientes presentados por decisiones judiciales y hace unos cálculos económicos en los que estima los perjuicios por el incumplimiento del TIM al referido contrato. Y termina diciendo: "No obstante lo anterior, la junta Directiva de Susuerte S.A., ha autorizado tramitar la resolución del contrato 012-2009, en los mejores términos y así como le fue expuesto señor alcalde, estamos dispuestos a considerar (a título de propuesta conciliatoria que no implica una renuncia a nuestras pretensiones iniciales), únicamente el reintegro del capital invertido indexado a valor presente y consecuentemente de nuestra parte la entrega de las tarjetas y equipos respectivos".

¿Cuál fue la respuesta del alcalde? ¡El silencio! Una comunicación de la cual se derivan implicaciones tan serias y onerosas como las que hoy padecemos, no mereció siquiera una respuesta formal de nuestro alcalde, quien prefirió darle la espalda al problema como si no fuera de su resorte. Pero, no contento con esto, y por las presiones mediáticas, convoca a una reunión al gerente general de Susuerte el día 19 de julio de 2012, en la cual le expone una serie de planteamientos etéreos tendientes a suspender el contrato y a disponer libremente de lo ya comprometido, acordando enviarle por escrito algunas posibilidades para tratarlas el martes siguiente, comunicación que nunca se produjo y que desenlazó la demanda por todos conocida.

¡No, alcalde! Está bien que su forma de ser, de comportarse, o de ver el mundo y las cosas sean incuestionables por pertenecer a su fuero íntimo; pero cuando su comportamiento trasciende el límite de lo personal y nos afecta a todos los ciudadanos, tiene que entrar es a responderle a la sociedad. Llevamos ya siete meses de su gobierno y, en lugar de obtener resultados, proyectos, perspectivas o planes, solo estamos obteniendo pérdidas inmensas por las cuales difícilmente podremos responder. Su compromiso, muy por encima de los establecidos con transportadores y negociantes en pos de obtener un triunfo, tiene que ser con Manizales y su gente. ¡Así lo exigimos los manizaleños! Aunque parece que no hay con quien… (Y debería empezar por acabar con las interinidades en entidades tan importantes como el TIM y la Secretaría de Gobierno. De pronto llega gente buena cuya tolerancia se sobreponga al maltrato y la tiranía).

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En contraste con la paquidermia de la Administración Municipal, es grato ver una empresa que hoy tiende a ser la joya de la corona de Caldas: Empocaldas. Degradada, descuidada, absurdamente manejada y si se quiere saqueada en lustros anteriores, hoy se posiciona como un baluarte departamental. Fue solo que llegara un gerente con visión empresarial y que supiera valorar lo que representa para Caldas en beneficios sociales y económicos, para que se fortaleciera en grado sumo y empezara a dinamizarse como hoy lo hace.

Y en buena hora, pues tan solo a principios de este año Empocaldas era objeto del coqueteo de algunos de nuestros prohombres que esperaban a que la empresa se degradara aún más, para arrebatársela de las manos al departamento, hecho que no sucedió gracias a la energía de su gerente y del propio Gobernador que no cedió a sus pretensiones. Es bueno saber que tenemos gente joven como Juan Pablo Alzate, que está demostrando la barraquera que le ha faltado a nuestra clase gremial y dirigente tradicional. ¡Buena esa!