Los novillos de Cerrobermejo se apagaron pronto aunque por momentos también faltaron manos de parte de los aspirantes para resolver los problemas.

A la hora de sumas y restas, el cero que marcó la tarde en los trofeos es el más fiel de los indicadores. Pasó poco, por no decir nada, y si acaso algo llegó a brillar en la novillada de la feria, corre el serio peligro para los protagonistas de vestirse de pantalones largos (cuando aún falta mucho para eso) o de servir de excusa y bajar así el perfil de la responsabilidad de quienes también la tienen. Léase, en su orden: los aspirantes y el hierro de Cerrobermejo.

Aunque tampoco es para rasgarse las vestiduras. Fue un festejo pesado, aburrido, de tantos que nos tocan. Pero, eso sí, bien vale una reflexión, porque si de algo se aprende es de los errores y, no menos, de las debilidades.

Por ejemplo, a ellos, a Santiago Gómez, a Luis Miguel Castrillón y a Santiago Sánchez Mejía nada mejor que decirles que están en el camino pero que falta mucho para llegar. A Gómez, quien delató en su brindis ese afán por alcanzar el doctorado el año próximo, aquí en Manizales, le costó demasiado tratar de resolver a sus dos ejemplares, que, como toda la corrida, tuvieron buen comienzo y muy mal final.

Con el que abrió la tarde, a Santiago le faltó autoridad para frenar un castigo excesivo con la vara que acabó con lo que prometía el novillo. Y al menos en cuatro oportunidades quedó a merced de él, porque no supo descargar esos arreones, en los que había que tomar decisiones. Tampoco mandó y, por momentos, se vio superado. Y en el cuarto, trató de ponerse y arrancó un par de series sobre la mano derecha, pero luego la faena se vino abajo porque el animal se apagó, como casi todos. Fue una apuesta cara la suya. La perdió, incluso más allá de la petición, localista y exagerada. Así las cosas, si ha de ser en la próxima temporada la alternativa, que sea. Igual, ahí está la almohada que suele ser buena consejera.

Luis Miguel Castrillón llegó con gran cartel. Y lo tiene. Sus antecedentes no mienten. Sólo que esa diferencia, en términos de oficio, frente a sus alternantes, ni se notó. Anduvo incómodo. No logró encontrar otra opción en su primero que no fuera alargar lo que no valía. Dejó, eso sí, un trazo de antología en una verónica para el recuerdo. Y en el quinto anduvo encimista, en procura de arrancar embestidas que nunca resultaron ser. El toro desarrolló ahí cada vez más el defecto de echar la cara arriba.

De Santiago Sánchez Mejía hubo relumbrones. Una verónica con temple allí, un largo pase de pecho acá, un natural un poco más allá. Cositas sueltas y excesiva preocupación por eso que Germán Castro Caycedo llama "los andares". Sí, vale la pena tener un sello propio, siempre y cuando ese sea el camino al éxito, y no confundir la construcción de esa personalidad con un decálogo de gestos que resultan más impostados que naturales. Ya brotarán ellos del alma, antes que del manual. Le faltó temple, y mucho, en su primera faena. Resultó cogido en el sexto y luego sufrió con la mayor de sus debilidades: la espada.

Y a Juan Fermín Rocha, lo suyo. Trajo un encierro bien presentado, que tuvo, por regla general, un cuartico de hora. Ese que transcurrió entre la aparición en el ruedo y la vara. Después todos se hundieron. ¿Por qué? En una mirada puertas adentro podría estar la respuesta.

Ficha de la novillada

Feria de Manizales 2013

Seis novillos de Cerrobermejo

En general, bien presentados. De buen comienzo y muy mal final. Casi todos se aplomaron en la muleta.

410, 388, 400, 416, 408 y 430 kgrs.

Santiago Gómez

Burdeos y oro

Silencio y palmas tras petición

Luis Miguel Castrillón

Tabaco y oro

Palmas y silencio

Santiago Sánchez Mejía

Azabache y oro

Silencio tras aviso y silencio tras aviso

Detalles:

Casi tres cuartos de entrada. Tarde fresca. Buenos pares de Jaime Mejía y Chiricuto.