Guillermo O. Sierra


Me tomo la licencia para decir que por algún extraño designio se juntaron este fin de semana: sábado y domingo, dos acontecimientos importantes: el 8 de marzo se conmemora (no se celebra) el Día internacional de los Derechos de la Mujer (no el día de la mujer); y el 9, se realizan los procesos electorales, en los que casi un 33 por ciento de quienes aspiran llegar al Congreso de la República corresponde a las mujeres, producto del plebiscito del 1o de diciembre de 1957, por medio del cual se le otorgó a las mujeres el derecho a elegir y a ser elegidas.
No hay que olvidar que Colombia fue el último país en el continente americano en concederles estos derechos políticos a las mujeres; y también conviene recordar que, según datos de la Dirección para la democracia, la participación ciudadana y la acción comunal del Ministerio del Interior, en las elecciones del 2001/2014, los colombianos supimos que se habían elegido a tres gobernadoras, 60 diputadas, 107 alcaldesas, mil 442 concejalas, 16 senadoras y 22 representantes a la Cámara.
Para las actuales elecciones se postularon 717 mujeres (472 para la Cámara y 245, para el Senado, según la cifras de la MOE)) de los 2 mil 291 candidatos a convertirse o continuar siendo congresistas. En las del 2010, de los 2 mil 224 aspirantes al cuerpo legislativo, tan solo se presentaron 441 aspirantes (casi un 20%).
Me parece que la pregunta clave es si debemos ver con buenos ojos que, y por segunda vez, a los partidos políticos se les obligue a cumplir con la cuota mínima de mujeres en sus listas, tal y como lo demanda la Ley 1475 del 2011, de tal manera que en aquellos lugares en donde se presenten cinco o más curules para proveer, las listas que se presenten a Senado y Cámara deben disponer de por lo menos el 30% para las mujeres. Yo lo vería con alegría democrática si no lo hicieran por cumplir un requisito, sino por el sencillo reconocimiento de que este país hace falta mirarlo con ojos de mujer. Y ni siquiera lo pienso desde la perspectiva de los derechos que per se tienen.
Mañana sábado 8 de marzo, las mujeres de todos los países, con sus propias y afortunadas diferencias lingüísticas, culturales, políticas, étnicas, religiosas, económicas…, continúan alzando su voz (por fortuna, ya levantan la mano para pedir la palabra) desde hace 90 años, para seguir gritando que se las debe tratar con respeto, equidad, solidaridad, lealtad, hospitalidad, todo esto desde la justicia y la inclusión. Desde hace casi un siglo, le están diciendo al mundo que una democracia sin la voz y la mirada de las mujeres, es una democracia coja y que termina hundiéndose en su propia desgracia; una democracia que fácilmente continuará perdiéndose en el carnaval del derroche y la crueldad.
La coyuntura que estamos viviendo los colombianos y que se marca de manera radical con una luz de esperanza para cerrar esta cruel página del conflicto armado que nos ha ido desarraigando de la vida poco a poco durante seis décadas, es una oportunidad histórica que con seguridad no perderemos si elegimos a las mujeres. Si fuéramos más respetuosos y justos, deberíamos decir que los miles de ojos de las mujeres que habitan este territorio colombiano nos permitirán comprender por qué, por ejemplo, se han dado más de 220 mil asesinatos que están directamente relacionados con el conflicto armado entre los años 1958 y el 2013, sin dejar de mencionar el despojo de la tierra de más de 7 millones de hectáreas (desde 1986 hasta el año pasado). Que entre los colombianos haya más de 6 millones de víctimas por el conflicto armado, tiene que tener una explicación desde los ojos de las mujeres.
Continuar conmemorando el Día internacional de los derechos de la mujer el próximo domingo, eligiendo con pleno conocimiento de causa a las mujeres aspirantes al Congreso de la República (y a aquellas que por supuesto tengan los méritos suficientes), es levantarle a este país la moral para continuar desarrollando un pensamiento crítico que desborde el pesimismo y el abuso de quienes no aceptamos condiciones de inferioridad por asistencialismos e insultos a la inteligencia.
Que este domingo que se avecina se produzca, como lo decía Zuleta, una nueva "revolución magnífica de las mujeres". Estoy convencido de que con las mujeres, con quienes este país construye día a día su propia historia (casi siempre en silencio y sin ningún tipo de reconocimiento) podremos recuperar la confianza en la superioridad de la causa final que siempre hemos defendido, que hacemos a pulso todos los días, y que nos ubica de manera concreta en el camino de la consolidación de una democracia razonable.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015