María Carolina Giraldo


En términos de desarrollo, el proyecto más importante que tiene Caldas es convertirse en una región del conocimiento, encaminada a producir y vender bienes y servicios sofisticados que requieran mano de obra altamente capacitada, como educación, investigación, desarrollo de software, tercerización de procesos contables, financieros, legales, entre otros.
El Índice de Competitividad Departamental que acaba de publicar el Consejo Privado de Competitividad, da algunas pistas sobre lo que se está haciendo bien y los retos más importantes que se tienen que afrontar para lograr este sueño. Así pues, es importante resaltar que el informe situó a Caldas en el cuarto lugar entre los 22 departamentos que componen el estudio, siendo superado por Bogotá, Antioquia y Santander.
En ese sentido, y contrario al ambiente de desesperanza sobre el futuro de la región que suele acompañar a los caldenses, pareciera que se está trabajando por el camino indicado. Entre los aspectos positivos que vale la pena señalar se encuentran la capacidad institucional para la creación de empresas y la realización de negocios, la infraestructura y prestación de servicios públicos y de tecnologías de la información y comunicación, la investigación de alta calidad y la inversión en ciencia, tecnología e innovación.
Por su parte, la región todavía presenta retos inmensos para convertirse en un verdadero territorio del conocimiento. Así pues, es fundamental que se hagan mayores inversiones para fortalecer la cobertura y la calidad de la educación, el 44% de las personas en edad de trabajar en Manizales no han terminado el bachillerato, lo que representa una gran debilidad si lo que se busca es la especialización de los bienes y servicios que se producirán en la ciudad. Adicionalmente, Caldas se raja en cobertura, atención e inversiones en salud pública. Una región no puede ser competitividad, ni generar desarrollo inclusivo, si las personas que la habitan no tienen los recursos necesarios para cuidar su bienestar.
Es común que en los debates sobre políticas públicas que se llevan a cabo en el Departamento se manifieste que contamos con múltiples diagnósticos y pocas acciones. Así las cosas, es fundamental empezar a dotar estas ideas de desarrollo de proyectos y programas concretos que puedan ser implementados por medio de alianzas público privadas e incorporados, de manera tangible, a la agenda del Estado. También se necesita que algunas instituciones se articulen para empezar a diseñar, formular y materializar estos proyectos. En la ciudad se han creado, en los últimos años, varias organizaciones que han nacido de la necesidad de replantear el desarrollo, Estoy con Manizales, Manizales Más, Manizales Cómo Vamos, el Consejo Regional de Competitividad y la Alianza Suma son ejemplos exitosos de esta nueva forma de pensar. Asimismo, es necesario que las universidades, como centros de pensamiento y conocimiento, puedan trascender sus dificultades internas y apuesten, de manera decidida, por este modelo de desarrollo del cual serán unas de las principales beneficiarias.
En los últimos años se ha discutido sobre la importancia de contar con una oficina de formulación de proyectos. Es común que este tipo de instituciones prioricen el impulso de programas de infraestructura física, centrando nuevamente el desarrollo en obras civiles, en cemento. Sin embargo, esta oficina debería enfocarse en la formulación y diseño de acciones, programas, proyectos y políticas encaminadas a mejorar las posibilidades, capacidades y habilidades de los caldenses para hacer de ésta una verdadera región del conocimiento.
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