Óscar Dominguez


Mucho manoseo al papa Francisco. Para empezar, le hace falta el I para darle estatus a su pontificado: Francisco I. Simplemente Francisco, como que no rima. Queda parecido al vecino de al lado. O al tendero del barrio. De allí al confianzudo Pacho, o al "Pachito eché", solo hay un paso.
Francisco, perdón, papa Francisco: necesitamos a gritos el I. ¿Qué sería del rey de Francisco I sin el número romano? No leí más en Google sobre este rey francés (1494-1547) así que arranco para el siguiente párrafo.
Tampoco riman un papa argentino y la humildad. Son antípodas. Papa Francisco, un poco de arrogancia, por favor. No mucha. La suficiente para no hacer quedar mal al gauchaje.
Los que mangonean con la ortografía ordenan escribir papa, con minúscula. Si una chanfa de esas no amerita mayúscula, apagá y vámonos.
"Cuervo", le dicen los atorrantes directivos de san Lorenzo, el equipo por el cual el papa era capaz de renunciar al cielo. Respetico, mis amores, como dice una cuñada.
Su presidenta, la Kitchner, su nueva mejor amiga, le pidió que se dé en la jeta con los ingleses por lo de las Malvinas. ¿Habrase visto?
Si hasta casi se nos cae su santidad (todavía no ha prohibido que sus súbditos de media petaca le digamos así). "Un tropezón cualquiera da en la vida", dice el tango que debió canturrear bajo la ducha vaticana. Menos mal vi el tropezón en diferido. En directo, habría un columnista menos en el periódico.
No ha faltado el chiste de tas-tas: Francisco es muy buena papa. (Claro que el tubérculo que tiene tan feo nombre, debe estar que no cabe en la ropa con semejante paralelo).
Pagaría por oír la explicación que le dio la ministra María Ángela a la ausencia del presidente Santos de la ceremonia de entronización. Asistió todo el blancaje de la aldea global. Prefirió quedarse en casa leyendo trinos de su antecesor.
Dios no ríe. Jesús nunca lo hizo. Acepto rectificaciones. Tal vez escribió algún chiste en el episodio de la mujer adúltera. Pero nadie ha podido descifrar qué escribió entonces. (Yo lo sospecho: "Estos tipos que esperan que condene a la mujer tienen de lo que sabemos…").
Aunque Jesús hizo milagros, la forma más sofisticada y sutil del humorismo. Eso de caminar sobre las aguas o multiplicar el vino en una fiesta que amenazaba convertirse en un bostezo de pasmados, es risible a morir.
Pero el papa Francisco sí ríe. Es una festiva milonga. Podría trabajar de libretista con sus paisanos Les Luthiers. Sabe que las cosas más serias se pueden decir en broma. Lo dijo Homero. ¿O sería Cervantes? ¿O ninguno de los dos?
Felizmente, el papa ve un pobre como "el mínimo y dulce" Francisco de Asís, y se le arregla el semestre. Para ahí es la cosa, che. Es el tiempo de los arrancados.
Que es demasiado humano lo constatamos porque besa. Besar es sinónimo de ser argentino. Hasta besó a la madre del presidente ecuatoriano quien aprovechó para sacar una foto del bolsillo para mostrársela a Jorge Mario, perdón, a Francisco, qué digo, al papa.
A su novia de juventud le notificó: "Si no te casas conmigo, me hago cura". ¡Qué mal esposo se ahorró su noviecita gaucha! Pero nosotros "habemus papam".
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