María Carolina Giraldo


Llevo años oyendo, como en una grabación, que Manizales no tiene norte, que no se ha definido una vocación, que no se sabe a qué apuntarle porque es una ciudad mediterránea terminal que no tiene acceso al mundo, porque no se ha podido recuperar de una crisis, porque exporta capital humano, porque …
Esta situación se ve reflejada en los datos obtenidos por la encuesta de percepción de Manizales Cómo Vamos, según los cuales solo el 21% de los encuestados es optimista sobre el futuro de la economía de la ciudad. Por su parte, el 74% considera que en el municipio no es fácil encontrar trabajo y el 67% manifiesta que no existen facilidades para hacer empresa. Según el sondeo, el principal obstáculo para emprender un nuevo negocio es el poco apoyo del Gobierno (53%), seguido de la falta de capital de trabajo (17%). Este último indicador es muy diciente, cuando se identifica que la principal barrera para el emprendimiento, en una economía abierta como la nuestra, es la falta de ayudas estatales, lo que queda en evidencia es que se ha perdido la capacidad de asumir riesgos, el espíritu emprendedor.
Inicialmente se cayó en la parálisis por análisis, pero del agotamiento generado por las lamentaciones nacieron alternativas propositivas para transformar esta situación. Después de tanto diagnóstico, de muchos encuentros y varios desencuentros, se logró establecer tan anhelado norte. Hoy existe un entendimiento, en representativos sectores, en que Manizales debe ser una ciudad educada que eduque, cuyo principal producto para los mercados nacionales e internacionales sea el conocimiento.
Y me atrevo a plantear que es un objetivo concertado y común porque desde hace varios años son muchos los proyectos e instituciones que vienen trabajando para hacer de Manizales una ciudad del conocimiento: Cenicafé, Parquesoft, Incubar, la Alianza Suma, la Alianza por la Educación, Estoy con Manizales, Manizales Más, el Centro de Investigación en Bioinformática y Biología Computacional, son algunos de los que vienen apostándole a convertir a Manizales en ciudad que produzca ciencia, tecnología e innovación.
Este camino apenas empieza y los retos que presenta son inmensos. Una gran motivación para el inicio de esta nueva etapa, consiste en que todos los habitantes de este municipio dejemos atrás la época de la desesperanza y nos apropiemos de la idea de transformar a Manizales en una ciudad del conocimiento. En el ámbito privado se pueden hacer cosas tan simples, pero contundentes, como comprometerse, de manera decidida y sincera, con la educación de los niños, exigiendo calidad, apropiándose de las instituciones educativas, aprendiendo con ellos. En el ámbito público, se puede tomar conciencia política y acompañar con el voto solo a aquellos candidatos que manifieste un genuino interés por la educación. También se puede vigilar que en los planes de gobierno de los dirigentes electos la educación sean la base fundante. Hoy más que nunca, se necesita de la participación del sector empresarial, para que acompañe a la ciudad a recobrar su confianza, a perderle el miedo al riesgo, a desarrollar ideas innovadoras, a generar conocimiento aplicable.
Si quiere saber más sobre cómo se puede contribuir para que Manizales sea una ciudad del conocimiento mañana, 29 de noviembre, a las 7:15 a.m., en el Recinto del Pensamiento, le contarán varias estrategias para lograr este objetivo común.
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