He querido traer a cuento por estos días de comienzo de año, una frase que nos trae Cervantes en El Quijote, a manera de reflexión sobre la tarea que nos espera para este nuevo periodo de tiempo que nos señala el calendario.
Le dice Don Quijote a Sancho: "El que no madruga con el sol, no goza del día" y como decía Unamuno en su análisis "preñadísimas palabras" que deberíamos examinar con atención.
Todo periodo de tiempo que se proyecte al futuro requiere de análisis crítico y de proyección; aprender de la experiencia para saber con determinación y acierto que es lo indicado para acometer en el futuro que se advierte.
Muchas veces los análisis nos llegan tarde y las conclusiones por supuesto, también. No nos pellizcamos a tiempo y no sabemos emprender las acciones que corresponden a las responsabilidades frente a lo que debe ser el desempeño del futuro.
Una de las cosas que produce pereza en las personas, es el pensar; la gente se acostumbra a asumir los acontecimientos tal como se van presentando, sin caer en la cuenta de que si los hubiera pensado, que si los hubiera digerido a tiempo y que si hubiera hecho el ejercicio de diseñar estrategias sobre las conclusiones, muy seguramente los resultados a obtener hubieran sido mejores y con toda seguridad los errores se hubieran podido alejar, o por lo menos atenuar.
Esta es una época propicia para pensar en lo que vamos a hacer en este año que asoma; nos quedan 365 días por delante en donde tenemos que actuar y en donde se requiere acertar, para que el fracaso no tenga cabida en nuestro recorrido esencial.
El arrepentimiento suele asistir a muchas personas con demasiada frecuencia, lo que las hace infelices y transitar por un camino lleno de tropiezos, amarguras y miserias. Cuando le abrimos espacio al pensamiento para que actúe sobre el futuro, observamos que el horizonte se nos despeja, que las ideas sobrevienen como lluvia benéfica y que la seguridad nos acompañará cada vez con mayor cercanía, brindándonos el placer del camino seguro.
Y para rematar quiero también compartir una bella frase de ese extraordinario humanista que es Otto Morales: "Cada amanecer es jubiloso, el comienzo del asombro".
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