Quién lo creyera, a un profesor de la universidad de Harvard le delegaron la inusual tarea de crear un curso sobre la felicidad, una de las más prestigiosas universidades del mundo. Sorprendentemente cerca de 1.200 alumnos lo han tomado convirtiéndose así en un curso famoso de esta universidad. Muy pronto encontró que entre sus estudiantes, aquellos que veían la educación como un privilegio y disfrutaban de estar allí sobresalían sobre aquellos que la tomaban como una obligación. También descubrió después de un estudio que 4 de cada 5 estudiantes de Harvard sufría algún grado de depresión y dice: “La gente suele pensar que después de una vida de éxito profesional va a ser feliz, pero resulta que la ciencia ha demostrado todo lo contrario, se requiere ser felices para tener éxito en el trabajo”, ya que según mediciones mundiales, el 45% de las personas no son felices en el trabajo. A partir de allí este profesor escribió un libro que destiló valiosas recomendaciones para ser feliz en el trabajo.
Los vendedores que son felices y optimistas llegan a vender hasta un 56 % más que el resto. Así como los deportistas que compiten pueden crear patrones positivos en su cerebro-neurolingüstica- toda persona también lo puede hacer en su trabajo con la gratitud, el optimismo y la felicidad.
Aunque suene utópico, un fracaso de vez en cuando es útil, pues a los líderes se les conoce es en la adversidad y no celebrando éxitos (o solo administrando riqueza como lo hacen los gerentes de la mayoría de las empresas públicas), es en estos momentos cuando logran mayor espiritualidad y confianza en sí mismos. Aunque hay estudios que demuestran que la gente disfruta más haciendo deporte que viendo televisión, paradógicamente las personas pasan 4 veces más tiempo frente al televisor que ejercitándose. Sin embargo seguimos el mismo camino sin medir las consecuencias de nuestros hábitos diarios.
También este profesor y escritor encontró, basado en la investigación más larga de la historia de Harvard que tomó 70 años, que generalmente los profesionales más preparados tienden a resguardarse y compartir poco con los demás en las épocas de crisis, pero su gran conclusión es que los más exitosos y felices fueron aquellos que dedicaron más tiempo a fortalecer relaciones con los demás en lugar de perseguir frenéticamente la riqueza y el asenso profesional, dejando espacios para combatir la prisa y la ansiedad.
Así pues, si nos apoyamos en estas investigaciones de Harvard, se concluye que desde el punto de vista profesional y de las economías, la felicidad también contribuye a la productividad y a los negocios. También el Dalai Lama, sin ser un consultor empresarial, hace su aporte cuando se le pregunta qué es lo que más le sorprende de la humanidad y responde: la forma en que el hombre sacrifica su salud para hacer dinero y poder, y luego sacrifica su dinero para obtener salud, entonces es tan ansioso acerca del futuro que no disfruta el presente, vive como si nunca fuera a morir y muere sin verdaderamente haber vivido. En conclusión, la felicidad se traduce en productividad para las economías mundiales.
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